Peter Sutcliffe consiguió evadir a la Policía durante más de cinco años, tiempo en el que asesinó al menos a 13 mujeres y atacó a 20. Era excéntrico para matar, entre sus armas favoritas se encontraba un martillo.
Nació el 2 de junio de 1946 en Bingley, una región industrial de Yorkshire, Inglaterra.
De niño fue tímido y se autoaisló, cosa que repitió en su adolescencia, donde a eso se sumaron las burlas y abusos que sufrió por parte de otros chicos. Quizá en parte por eso abandonó sus estudios a los 15 para dedicarse a trabajar.
Al enterarse de este comportamiento, su padre lo iba a visitar a la hora del descanso para animarlo a juntarse con los demás.
Cuando pasó a la secundaria la situación no mejoró gran cosa, pues ahora él, era el objetivo de las burlas y abusos de los otros al grado de que Peter dejó de asistir un par de semanas hasta que se descubrió que, en vez de ir, se escondía en un piso de la casa donde pasaba leyendo libros y tiras cómicas.
A pesar de que se tomaron medidas para evitar las agresiones de que era objeto, el joven Peter Sutcliffe siempre fue visto como alguien diferente y aparte de los demás.
Las maneras agresivas y la extroversión del padre de Sutcliffe lo abrumaban bastante y siempre guardaba algo de rencor en su contra por la vida de distracciones en que estaba inmerso el señor. Peter estaba más identificado con su madre que con su padre. De hecho, al morir ella de una afección cardíaca, Sutcliffe culpó al señor John de provocarle la enfermedad dadas sus ausencias y desplantes.
A sus 20 años Peter se le declaró a Sonia Szurma, una chica de 16, con la cual se casó 7 años después. Para ese entonces, continuaba su afición al fisiculturismo y la mecánica automotriz, solo le faltaba encontrar su gran pasión: Matar prostitutas.
Era un gran hipócrita, pues proyectaba la imagen de esposo ejemplar y criticaba a los maridos infieles, mientras que adoraba frecuentar prostitutas, por las que sentía una mezcla de odio y afición.
Para el investigador del FBI John Douglas, cuando un asesino serial comienza sus ataques es porque un evento muy fuerte desencadena la violencia que tiene guardada. En el caso de Peter, el evento fue el aborto (no era el primero y ambos deseaban un hijo) de su esposa Sonia y la noticia de que jamás podrían tener hijos.
Tras del asesinato de Vera Millward pasaron hasta 11 meses antes del siguiente. La gente se tranquilizó y no faltó el psicólogo forense que declarara que tal vez había parado de actuar El Destripador, pero la realidad era que Sutcliffe estaba ocupado en penar la muerte de su madre.
En una de las visitas a la familia de Theresa (su amante), un hermano de ella dijo que Peter tenía mirada maligna, a lo que éste respondió diciendo con jocosidad que él debía ser el Destripador de Yorkshire. Todos soltaron carcajadas, nadie sospechó de que el criminal se reía porque en realidad sí era el asesino.
Después del asesinato de la señorita Jacqueline Hill, la clase media británica montó en cólera por la falta de resultados en las investigaciones. Hasta las feministas salieron a las calles a protestar en una marcha muy concurrida.
Alguien recordó que cuando detuvieron a Sutcliffe y éste pidió permiso para ir al baño, escuchó un sonido y pensó que tal vez había soltado algo en el lugar.
Tras de ser capturado y ya en el juicio, Peter dijo que había matado porque a sus 20 años, cuando trabajaba en el cementerio, una voz lo fue guiando hasta una tumba con una cruz que tenía palabras en polaco. Allí, la voz le ordenó asesinar prostitutas. Inmediatamente se trasladó al lugar y, al alumbrar el lugar donde había supuestamente orinado Sutcliffe, se descubrió un martillo y un cuchillo.
En la actualidad Peter Sutcliffe continúa internado en el hospital de enfermos mentales peligrosos de Broadmore. Se sabe que ha sido atacado por otros internos y que cada semana recibe hasta unas 30 cartas de admiradoras.