Choca y vuelca por librar moto

“Ah, está entero. No hay problema”, exclama el hombre tras bajar del taxi y revisar rápidamente al joven. La mamá, que aún baja del transporte público, mira el auto volcado y llora. “No de antes que no hay dinero… y ahora esto”. El accidente ocurrió en la carretera Chiapa de Corzo-Tuxtla.

El joven, de unos 25 años, conducía el automóvil marca Nissan tipo Tsuru, color gris, placas DRH-3863 del estado de Chiapas.

Transitaba de oriente a poniente, procedente de Chiapa de Corzo hacia Tuxtla Gutiérrez. Unos 600 metros antes de llegar al embarcadero Cahuaré, el muchacho hizo una rápida maniobra.

“Se me atravesó una moto. La quise librar por la izquierda pero iban varios carros y no quise chocar, así que volanteé a la derecha. Me salí del camino y choqué en el paredón de tierra”, explica el conductor a los policías del Mando Único de la colonial ciudad.

Rescatistas que acudieron antes que nadie, vendaron el brazo izquierdo del joven automovilista. Tras una llamada a su familia, está llegó al lugar.

Ya antes, en su taxi Tsuru económico 1615, un amigo del accidentado había acudido para sacar las cosas de valor del auto y las subió a su unidad.

Ahora, en otro taxi, el 3385, llegaron la mamá y el tío del joven.

El tío, que iba en la orilla del asiento, fue el primero en bajar. Corrió a ver a su sobrino y tras verlo bien, exclamó: “Ah, está completo, no hay de qué preocuparse”.

Pero la mamá del muchacho vio el auto chocado, volcado con las llantas hacia el cielo y comenzó a llorar.

“No de antes que no hay dinero… y ahora esto”.

El hombre, quien dijo estar recién jubilado como policía de Tránsito del Estado (lo demostró platicando en clave policial con los oficiales que atendían el accidente) miró a su hermana.

“Tas mal, en serio, lo material se repone. Da gracias a Dios que tu hijo no tiene nada. Podría estar peor. Tas llorando por un cochino montón de lata apachada, creo que si tu hijo hubiera muerto no hubieras llorado”.

La grúa se llevó al auto accidentado. Y el taxi amigo, a los familiares y al joven dolido, más que por el golpe, por la luz de la verdad que iluminó la negra noche.