Un veloz vehículo descendía por la carretera serpenteante de la comunidad Cruz Quemada, augurando un final trágico en el municipio de Chamula.
El automovilista era un hombre que según comentaron algunos testigos se desplazaba por el camino en dirección al centro de la comunidad a exceso de velocidad, lo cual aunado al terreno traicionero fueron las causas del percance.
Al intentar maniobrar en una de las curvas más peligrosas de la zona, perdió el control de la unidad que se precipitó sin remedio hacia un barranco de más de 10 metros de profundidad.
Los pobladores, acostumbrados a la tranquilidad rural, corrieron al lugar del accidente alarmados por el estrépito del impacto. Hombres y mujeres, sin más equipo que su propia fuerza de voluntad, descendieron por la ladera con rapidez, temiendo lo peor.
A la distancia se divisaba el automóvil volcado entre matorrales y piedras, mientras el humo ascendía débilmente desde el motor.
Las miradas ansiosas intercambiaban susurros y gestos de preocupación. Nadie sabía si el conductor estaba consciente o si habría más personas atrapadas entre los fierros retorcidos del vehículo.
Entre la incertidumbre, algunos improvisaron cuerdas para intentar llegar a la cabina del automóvil, mientras otros permanecían en la carretera haciendo señas desesperadas para alertar a los transportistas.
Hasta el cierre de la edición se desconocía el estado de salud del conductor o si viajaba con alguien más; tampoco se tuvo conocimiento si llegaron las corporaciones de emergencia.