Eran alrededor de las 17:30 horas del jueves en la tranquila colonia Nicolás Bravo, cuando la calma se vio interrumpida por un incidente inesperado.
Cerca del parque, un menor de edad, inocente y despreocupado, se sentó sobre el brocal de un pozo artesanal convencido de que estaba cubierto por una tapa metálica. Para su sorpresa, y por desgracia, la tapa era de plástico negro, frágil e inadecuada para soportar su peso.
El pequeño Aarón “N” se precipitó al vacío, cayendo desde aproximadamente 15 metros.
Los gritos de auxilio resonaron alertando a los vecinos y, sobre todo, a su abuelo Marcelo “N”. Sin pensarlo dos veces, Marcelo se lanzó al rescate de su nieto, pero el descenso no fue fácil. En su valiente intento sufrió una lesión en el tobillo izquierdo que le imposibilitó salir del profundo pozo.
Alba “N”, esposa de Marcelo y abuela de Aarón, observaba la escena con desesperación y angustia. La situación requería una intervención inmediata. Fue entonces cuando elementos de Protección Civil llegaron al lugar preparados para actuar con rapidez.
El rescate fue una operación delicada. Los efectivos descendieron con cautela, conscientes del estado de Marcelo y de la profundidad. Finalmente, tras una maniobra cuidadosa lograron sacar al heroico abuelo y al niño del pozo, ambos visiblemente afectados pero a salvo.
Una vez en la superficie, Marcelo fue trasladado al hospital Juárez para recibir la atención médica necesaria. Su tobillo requería valoración y cuidado, pero su espíritu de sacrificio y valentía quedará grabado en la memoria de quienes presenciaron el incidente, ya que sin dudarlo arriesgó su bienestar por salvar a su querido nieto.