Riña termina en violencia y justicia comunitaria

En el municipio de San Cristóbal de Las Casas, en la colonia El Paraíso, ubicada al norte de la ciudad, sucedió una escena de violencia que pronto se propagó por las calles de la comunidad, involucrando a vecinos, policías, y cuestionando los límites entre la justicia legal y la justicia popular.

Todo ocurrió cuando los gritos desgarradores de auxilio rompieron la calma del día. Dos jóvenes caminaban despreocupados por una de las polvorientas calles cuando un hombre, aparentemente bajo los efectos del alcohol o de alguna sustancia tóxica, se abalanzó sobre ellos con un arma blanca.

Los testigos, sorprendidos y paralizados al principio, vieron cómo el agresor los hería gravemente en el rostro.

No pasó mucho tiempo antes de que los vecinos alarmados, se congregaran alrededor del lugar de los hechos. La rabia se apoderó de ellos. No se podía permitir que el agresor escapara.

A los pocos minutos, el hombre de aproximadamente 25 años, fue capturado por un grupo de vecinos, que decididos a impartir justicia a su manera optaron por seguir los usos y costumbres de la comunidad.

Fue entonces cuando el agresor fue desvestido y sometido a un castigo público. Los cinturonazos resonaban con fuerza, acompañados del murmullo de desaprobación de algunos y los gritos de apoyo de otros.

Para los habitantes de El Paraíso, este tipo de justicia es, muchas veces, la única que sienten como efectiva. “¡Que lo sienta, que lo sienta!”, gritaban algunos, mientras el hombre clamaba clemencia.

Los minutos pasaban, y la tensión en el ambiente no hacía más que crecer. La multitud se había reunido para ver el desenlace de esta violenta jornada, cuando los elementos de la policía finalmente llegaron al lugar. Los oficiales intentaron calmar los ánimos y llevarse al agresor.

Pero la rabia colectiva no se apagó con su llegada; los vecinos enardecidos se opusieron firmemente a que el hombre fuera detenido. “¡Si se lo llevan, lo sueltan mañana!”, gritaba una mujer con voz quebrada. El descontento con las autoridades y la falta de confianza en la justicia formal se hizo evidente.

Durante largos minutos, el diálogo entre los policías y los vecinos se mantuvo en un punto crítico. Los oficiales intentaban dialogar, mientras algunos de los presentes exigían una justicia más contundente.

Finalmente, tras una ardua negociación se permitió que los policías se llevaran al agresor, quien fue puesto a disposición del Ministerio Público de la Fiscalía de Justicia Indígena.

Por otro lado, los dos jóvenes heridos fueron atendidos por elementos de Protección Civil que llegaron al lugar poco después. Con urgencia y con el rostro aún ensangrentado, fueron trasladados al hospital de Las Culturas.