En la intersección de la 20.ª calle Poniente y la 6.ª avenida Sur, en el corazón de Tapachula, dos vehículos tuvieron un encontronazo de manera aparatosa.
Un Chevrolet Cavalier, con placas del estado de Chiapas, circulaba de poniente a oriente, mientras que un sedán Kia de color gris, también con placas locales, avanzaba en dirección opuesta.
Ambos, sin tiempo para evitarse, terminaron cruzando sus caminos en un desafortunado accidente.
Los testigos se convirtieron en los primeros en reaccionar ante la situación. En cuestión de segundos, los teléfonos celulares se elevaron al aire para realizar llamadas urgentes al 911.
En menos de lo que se esperaba, la intersección se llenó del azul y rojo intermitente de las luces de los agentes de la Policía de Tránsito del Estado que se hicieron presentes para tomar conocimiento y ayudar en la vialidad.
Los involucrados, aún sacudidos por el impacto, pronto se encontraron rodeados no solo por las autoridades sino también por los curiosos que, con sus propias versiones y teorías, trataban de desentrañar cómo había sucedido el choque.
Los policías se encargaron de llevar a cabo las investigaciones necesarias para aclarar la responsabilidad del incidente; además, las aseguradoras de ambas unidades llegaron para evaluar los daños.
Los peritos pronto concluyeron que las pérdidas ascendían a cientos de miles de pesos para cada automóvil.
A pesar de lo fuerte de la colisión y de los daños materiales considerables, el ambiente se mantuvo calmado. No hubo discusiones encendidas ni voces alzadas.
Después de una evaluación exhaustiva y varias conversaciones entre los involucrados, se logró llegar a un acuerdo mutuo sin mayores contratiempos.
Los vehículos, aunque golpeados y averiados, no requerieron ser remolcados por grúas, permitiendo así que la circulación en esta transitada intersección volviera a la normalidad con relativa rapidez.