El día amaneció con el habitual bullicio en la comunidad de Laguna Petej, en la zona norte de San Juan Chamula; sin embargo, lo que comenzó como una jornada común terminó en una tragedia que conmocionó a todos los lugareños.
El fin de semana, José “N” decidió dar un paseo en motocicleta junto a un amigo por la colonia Río Jordán.
Según algunos vecinos, ambos jóvenes parecían animados, aunque se notaba que no estaban en su mejor estado. Se escuchó el ruido del motor que retumbaba en las calles, pero nadie imaginaba que esas serían las últimas horas de José.
Mientras avanzaban por la zona, el recorrido que comenzó como una simple distracción se transformó en una pesadilla. La velocidad, combinada con el estado inconveniente de los jóvenes, jugó en su contra.
En un instante de distracción, el conductor perdió el control del manubrio y en un abrir y cerrar de ojos cayeron al afluente que bordea la colonia. El vehículo, junto con los dos pasajeros, se sumergió rápidamente en las aguas turbias.
El amigo de José logró salir a la superficie después de luchar con la corriente. Desesperado trató de buscar a su compañero en medio del caos, pero el pánico y la oscuridad del agua le impidieron salvarlo. El joven, mojado y con la voz quebrada por el horror, comenzó a gritar pidiendo ayuda.
Los vecinos, alertados por los alaridos, acudieron de inmediato al lugar. Algunos se lanzaron al río para intentar rescatar a José, mientras otros intentaban tranquilizar al sobreviviente, quien no dejaba de repetir entre lágrimas que no pudo salvar a su amigo.
La angustia se apoderó de todos mientras esperaban con desesperación la llegada de los servicios de emergencia.
Cuando los socorristas finalmente arribaron, solo confirmaron lo que nadie quería creer: José “N” había perdido la vida ahogado. La noticia se esparció rápidamente entre la comunidad.
El sol terminó de ocultarse, dejando en la oscuridad no solo el río, sino también al amigo de José, quien contemplaba la dolorosa pérdida. Las voces de consuelo se entrelazaban con el sonido del agua que seguía su curso, como si nada hubiera pasado.