Acicalar a la muerte, una técnica de preservación

“Cuando muera quiero que me recuerdes con alegría, sin llanto que me hables normalmente, sin susurros, sin frases entrecortadas, sin largas pausas, claramente como si estuviera frente a ti sin guardar silencio”, menciona un fragmento poético alusivo a la muerte que nos recuerda que la vida puede ser un pedazo de tiempo enloquecido donde en un inesperado instante o en un momento provocado, el corazón deja de latir y la sangre se espesa. La luz se apaga definitivamente.

Hablar de la muerte cuesta trabajo, ya que nadie está preparado para afrontar la pérdida de un ser querido y mucho menos dejarlo ir, pero una vez que esto sucede, el cuerpo debe de tener un trato digno antes de entrar al “paraíso de Dios”.

Al respecto, esta casa editorial documentó una de las prácticas que utilizaban en el antiguo Egipto, pero que hoy en día el proceso y la técnica no son los mismos, se trata del embalsamamiento.

El cuerpo llega a manos de Marcela y Perla Díaz Carachure, embalsamadoras certificadas en Chiapas, quienes tienen listos los instrumentos, y en medio de su laboratorio -en San Cristóbal de Las Casas- se observa la plancha de acero inoxidable, una lámina con la anatomía del cuerpo humano y algunas “imágenes santas” que dan testimonio a un procedimiento delicadamente embellecedor para preservar el cadáver.

Certificado de defunción

Antes de comenzar, Marcela Díaz afirma que es importante el requerimiento del certificado de defunción, un documento oficial para constatar las muertes en nuestro país.

Estos documentos son expedidos por profesionales de la medicina o por la autoridad sanitaria, una vez comprobado el fallecimiento y determinadas sus causas.

“Se realizan algunas preguntas al familiar sobre el deceso, para saber qué químicos se van a poner al cuerpo, ya que cada caso es diferente.

No podemos usar el mismo químico para alguien que viene muy edematizado, como para el que esta deshidratado, se tiene que ver también cuál fue el antecedente de la enfermedad y cuáles fueron los químicos o medicamentos que estaban utilizando”, agrega.

¿Cuál es el primer paso?

“Es quirúrgico, en el cual los fluidos corporales son removidos, después reemplazados por soluciones químicas a base de formaldehído”, expone Marcela.

El procedimiento es a través de venas y arterias, ya que se utiliza el sistema circulatorio, y es ahí donde se van introduciendo los químicos para que todo quede embalsamado, desde el cuero cabelludo hasta la punta del pie.

Para embalsamar la zona arterial, la sangre se remueve desde las venas y es remplazada por soluciones de embalsamamiento a través de las arterias. Con esto se busca retrasar el proceso de descomposición.

Las soluciones suelen ser combinaciones de formaldehído, además hay que tener conocimiento de anatomía para identificar los lugares de las venas, arterias y hacer el reemplazo correspondiente.

Cavidades

“Cerca del ombligo se hace una pequeña incisión. Es importante que los órganos en la cavidad pectoral y abdomen sean drenados de gases y fluidos para después reemplazarlos, en este paso se utiliza un instrumento quirúrgico llamado ‘trocar’, el cual se inserta dentro del cuerpo para tal fin.

La incisión es suturada y en este objetivo el cuerpo queda embalsamado.

La estética es el siguiente paso, con la finalidad de que las personas se vean lo más parecidas a como estaban en vida. Los cuerpos son maquillados, se arregla el cabello, la familia decidirá si se quita el vello facial del hombre o en el caso de la mujer, el color que más les agrade para sus labios y uñas”, comentan las hermanas Díaz Carachure.

Los cuerpos -antes y después de recibirlos- son lavados y desinfectados con diferentes químicos, también algunas partes se masajean y manipulan para liberar un poco el rigor mortis.

Es sustancial agregar que tanto al cadáver como a los órganos se les da un tratamiento profesional para la preservación y desinfección. No se extrae ni se quita ningún órgano como se tiene esa creencia; “se le da el respeto que se merece cada ser humano”.

¿Existen las malas prácticas?

“En este oficio también existen y son realizadas por los denominados ‘picadores’, el la cual compran formol puro y con jeringas empiezan a lastimar el cuerpo; lamentablemente muchas familias, con el dolor y la pena, caen en engaños”, dice Marcela.

“Los profesionales no deben de preguntar: ¿para cuántos días quieres el embalsamamiento?, así sea uno para velar al cuerpo, el procedimiento tiene que ser el mismo. El tiempo que sea necesario el cadáver debe estar debidamente embalsamado.

Un embalsamamiento bien realizado debe de tener resultados óptimos, me refiero a que se hace la preservación y desinfección del cuerpo, ya que cuando no hay vida somos objeto de virus y bacterias.

A parte de que estamos despidiendo de una manera digna y respetuosa, protegemos también a las familias”.

Normatividad

Estos procedimientos se realizan bajo lineamientos normativos muy específicos que se deben cumplir al pie de la letra.

Marcela aclara que en otros estados de la república hay una normatividad de obligatoriedad donde la Secretaría de Salud dice que el embalsamamiento debe ser obligatorio.

“En Chiapas aún es opcional, queda a criterio de la familia si el cuerpo es embalsamado o no. Esto lleva a que muchas funerarias o ‘cajoneras’ no tengan embalsamadores certificados ni profesionalizados debidamente.

Nosotras como directoras funerarias tratamos de dignificar esta profesión y la prestación de servicios, donde muchas veces las autoridades no han volteado hacia este sector para que exista una regulación correcta, ya que también hay monopolios”, asegura.

Comenta que hay muchos cajoneros timadores, que en lugar de dignificar una prestación de servicios, “dejan un mal sabor de boca”.

“Nadie quiere ir a comprar por gusto un ataúd, pero si te están brindando la confianza en un momento de tanto dolor podemos ayudar, por eso tratamos siempre de asesorar y estar a lado de las familias, sea para la elección de inhumación o cremación”, afirma.

Sobre el tema de la pandemia, ¿qué protocolos establecieron?

La ingeniera química, Perla Díaz, expone que la Secretaría de Salud marcó que existiera un rango de cuatro horas para la recolección del cuerpo, ya sea para enterrar o por el método de cremación.

“En este caso, cuando la persona falleció en la institución, el nosocomio ya entrega el cuerpo con una primera bolsa de cadáver, nosotros como prestadores de servicios tenemos que ir listos con los trajes de bioseguridad para prevenir anticipadamente.

Para eso usamos trajes especiales, el personal porta dos overoles, ya que durante el tratamiento del cuerpo (recolección, llevarlo al crematorio o al panteón) existen varios puntos de desinfección entre compañeros, para que se apoyen en la sanitización.

Llevamos emplaye, aunque los ataúdes ya vienen envueltos, además usamos cartuchos de cremación, ya que se crema junto con el cuerpo.

No podemos estar reciclando un ataúd tras otro; vimos que muchas funerarias usaban esa práctica y que de la misma caja sacaban hasta ocho cuerpos y no había desinfección.

Cuando eran casos de cremación, los cartuchos se usaban esa única vez ya que de esa manera erradicamos un posible foco de contagio o propagación del virus.

Los compañeros tienen por normatividad utilizar desinfectantes, además llevan bolsas RPBI para que todo lo que utilicen se vaya desechando.

Estos procedimientos son necesarios y establecidos adecuadamente, y no escatimábamos en cuestiones de equipo de protección”, dice Perla.

Cursos avanzados

Para concluir, es importante agregar que Marcela Díaz es abogada de profesión, histotecnóloga y embalsamadora; y Perla es ingeniera química, con cursos avanzados internacionalmente.

Ambas practican el embalsamamiento en Funerales y Velatorios San Cristóbal desde hace más de 30 años, encabezadas por la señora Yolanda Carachure, quien les ha enseñado a llevar el negocio con calidad y prestigio.

Sin duda alguna dan ese acompañamiento sensible y facilitan el trauma tan doloroso para cualquier persona, además de que embellecen un cuerpo efímero y siempre vulnerable, que va cambiando con el paso del tiempo debido a su deterioro.

Un ser de paso que se encuentra sólo en un puente entre el cielo y la tierra; y en cualquier soplo los ojos se cierran y el universo descansa. Van al llamado de Dios.