Tía Tey, la madrina de la comunidad

Doña Esther Noriega Molina, mejor conocida como “Tía Tey”, quien fuera lideresa de pandilla de chuntá en la Fiesta Grande de Chiapa de Corzo, falleció debido a complicaciones gastrointestinales este 25 de abril.

La noticia fue corroboraba por su hijo Rubén Noriega, quien mencionó: “Hoy mi madre regresa a la casa de Dios padre, Dios te bendiga, madre mía”. Su cuerpo fue velado en su casa por familiares, amigos y amigas e integrantes de su pandilla. Fue sepultada la tarde de ayer tras una multitudinaria procesión con música de tambor, pito y chinchín.

Cabe señalar que Tía Tey fue la primera en confirmar de forma pública su no participación y la de su pandilla en este año de fiesta; aludía a que es mejor seguir cuidándose del virus covid-19, ya que vendrían años más sanos para bailar.

Historia

Doña Esther Noriega contaba que a los nueve años se escapaba de su casa para salir a bailar en los días de fiesta, con la compañía de su bisabuela Juliana Abadía Zapata, quien le consiguió la falda y la blusa.

Con más años, doña Esther participaba en una pandilla, sin embargo, tras un incidente de violencia decidió alejarse y fundar su propia agrupación, distinguida por su apertura a sectores minoritarios y vulnerables de la sociedad.

Al momento de su fallecimiento, la Casa Museo del Patrón de los Parachicos lamentó la pérdida, y la noche de este domingo, don Rubisel Gómez Nigenda llegó a la casa de Tía Tey para tocar pito y tambor.

Legado

Rubén Noriega, hijo de doña Esther, comentó que su madre fue operada con éxito en diciembre del año pasado a raíz de una caída, sin embargo, en los meses siguientes tuvo una complicación renal que, junto a la diabetes, le arrebataron la vida.

El hijo comentó que junto a su hermano han acordado continuar con el legado de su madre y seguir saliendo en los anuncios, pero será después de la pandemia.

“Hay que recordar a mi madre como una mujer que no distinguió sexo, religión o dinero. He recibido muchas muestras de cariño y eso manifiesta su gran calidad humana”, mencionó.

Cabe señalar que “chuntá” era la palabra que definía a hombres de la etnia soctón o chiapaneca que se disfrazaban de mujeres a la usanza antigua.

El primer día de la fiesta más representativa de Chiapas, son los chuntá quienes anuncian el inicio de actividades en los barrios de la tres veces heroica Chiapa de Corzo.

En 2019 se rindió homenaje al chuntá y se colocó una escultura dentro del municipio, acompañando a la tradicional chiapaneca y al parachico.

La leyenda de la escultura indica el nacimiento de esta gran tradición:

“Cuentan los abuelos que el indígena soctón no se dejó someter por los conquistadores, por lo que, disfrazados de mujer a manera de sirvientes, salían de la demarcación del pueblo aparentando hacer labores cotidianas con el fin de reunirse con otros indígenas para organizarse en el combate contra los españoles y no ser esclavizados”.

Madrina de la comunidad

José Eliezer Esponda, activista por los derechos de la comunidad LGBTTTQ+ y chuntá desde 2010, narró que la pandilla de la Tía Tey nació a raíz de la agresión a Roberto Falconi, un activista trans.

“Ella le devuelve el favor, ya que al siguiente año Roberto lleva a un grupo de 15 trans, y a partir de ahí, se formó una amistad distintiva. Doña Esther aceptó con naturalidad la diversidad de Roberto, por lo que año con año se sumaron más personas”, dijo.

Esponda detalló que a partir de 2010, la comunidad buscaba espacios que le dieran identidad local, sin embargo, existía poca información. También, mencionó, que les brindaran respeto a la forma libre de vestir, a los sentimientos y de sentirse cómodo o cómoda sin ser juzgados.

“No sólo daba oportunidad a la comunidad, sino a grupos de mujeres que se sentían más cómodas en bailar con ella. También me tocó ver a gente humilde que se acercaba. Ella era inclusiva, todos tenían espacio en su pandilla, fueran pobres, mujeres o de la comunidad”, manifestó.

En lo personal, Esponda, como activista, comentó que la pandilla fue parte de su ejercicio de deconstrucción, así como un acercamiento a la fe católica. También era un momento de integración de grupos vulnerables en un momento social importante para Chiapa de Corzo.

“Este amor por la inclusión de la Tía Tey hizo que en las últimas salidas fueran de tres a cinco calles la cantidad de gente que agrupaba su pandilla. Ella era una madrina para la comunidad; en el estudio, nos limitamos a ver lo extranjero, pero es muy valioso tener personajes locales que formen parte de esta alianza”, finalizó.

Con un sinfín de fotos, documentales e inclusive películas, hoy la pandilla de la Tía Tey está de luto y despidió a su lideresa con marimba y baile de sus integrantes.