Un nuevo estudio demostró que los espectadores de películas de terror, en las que las narrativas se concentran en la invasión de vida extraterrestre, el colapso de una nación frente a un destino apocalíptico o la destrucción de la humanidad por razones inexplicables, cuentan con un perfil más resiliente frente a las secuelas sociales que deja el covid-19, pues es la población que tiene mayor control sobre el estrés y la ansiedad que ha desencadenado el confinamiento.

Una investigación de la Universidad de Chicago llevó a cabo una evaluación del estado anímico durante la pandemia, por lo que realizaron una encuesta con la participación de 310 voluntarios, los cuales tuvieron que responder a una serie de preguntas sobre sus preferencias en torno a productos de entretenimiento, como series y películas.

Coltan Scrivner, líder del estudio, no solo cuestionó a los participantes acerca de diez géneros cinematográficos, entre los que se destacaron el horror, terror psicológico, ciencia ficción, invasión extraterrestre, crímenes y comedias románticas, sino que anexó preguntas que le ayudaron a evaluar su estado anímico y percepción de la situación actual.

Posteriormente, el investigador se centró en analizar exclusivamente a las personas que tendieron al gusto por las películas de horror y terror. Estos participantes fueron denominados con el término de “prepper”, como se les conoce a las personas que se preparan, anticipadamente, para una situación de caos global.

Los resultados, publicados en The Guardian, demostraron que la audiencia de películas con temáticas catastróficas presentaba menores niveles de algún trastorno psicológico, en comparación de los asiduos a otros géneros, a lo largo de la pandemia por el covid-19.

Las ventajas de ver películas de terror, según la ciencia

Scrivner agregó que estos resultados demostraron que frente a la pandemia del covid-19, las películas que centran su narrativa en contagios de un virus desconocido, han obtenido una nueva popularidad, pues estas historias “hacen que aspectos de la pandemia como la cuarentena y la escasez de recursos parezcan menos extraños”.

“La ficción de horror permite a sus espectadores enfrentar emociones negativas en un ambiente seguro”, aseguraron los investigadores, lo que les ayuda a perfeccionar estrategias para manejar mejor el miedo en circunstancias reales a través de la resiliencia.

De acuerdo con Hugo Sánchez Castillo, de la Facultad de Psicología (FP) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la resiliencia adjetiva el comportamiento de las personas que se adaptan de manera efectiva a situaciones complejas, gracias a una serie de herramientas cognitivas.

El doctor de la UNAM, expuso que películas como Contagio (2011) de Steven Soderbergh, o Soy leyenda (2007) de Francis Lawrence, se apegan mucho a la situación que vivimos. “Básicamente, quienes las ven, encuentran elementos similares a los que suceden. Esto lleva a tomar ciertas precauciones, como almacenar comida u otras formas de preparación. En ese sentido, tenemos ciertas características de aprendizaje”, aseguró.

Para entender este fenómeno, el psicólogo señaló que un evento intempestivo activa nuestro sistema de supervivencia, por el miedo a lo que puede llegar a suceder. Por el contrario, “cuando la situación no nos toma por sorpresa, porque ya la experimentamos en una película, no produce una activación tan intensa del sistema de sobrevivencia” y aparece el fenómeno de resiliencia.

“Así, cuando suceden, ya no son totalmente ajenos para ti: ya tuviste una preparación, una exposición”, ahondó y agregó que sucede, del mismo modo, en aquellos que se interesan por la literatura de ciencia ficción, pues cuentan con elementos que les permiten identificar los distintos escenarios posibles.

El catedrático de la universidad nacional agregó que pese a que hay quienes experimentan cualidades adaptativas, hay otras personas con resiliencia limitada, a la que le atribuyó el incremento de alteraciones emocionales que desatan la violencia intrafamiliar, contra las mujeres o los niños, así como un aumento en afecciones como la depresión y ansiedad, “por la exposición crónica a situaciones estresantes”.