Pinocho, una película de Guillermo del Toro

Se trata de una versión única del clásico cuento de hadas, con el estilo sombrío del director de El laberinto del fauno y La forma del agua que se hace evidente desde la sonrisa esculpida y chirriante de la marioneta. Sin embargo, hay algo en la película que puede resultar vagamente familiar. Por supuesto, el original de Disney de 1940 con el titiritero Geppetto y el narrador Pepito Grillo viene a la mente.

Para la realización de su primer largometraje animado, dirigido en mancuerna con Mark Gustafson, Del Toro tergiversa la moraleja del cuento tradicional de Pinocho donde, al final del día, un niño “de verdad” es aquel que obedece y se porta bien. Semejante idea es tomada por el cineasta tapatío cual pedazo de tronco que, con ferocidad, empieza a cortar, tallar y moldear a su antojo.

Que esta iteración de Geppetto fabrique la marioneta a través de la ira, el dolor y la brutalidad (¡magnífica secuencia!) es gran indicador de cómo el ganador del Óscar opta por desviarse de cualquier escenario de pureza y santidad. Su adaptación es más visceral; una que lo que menos pretende es encarecer una moral establecida.

Para sorpresa de nadie, Pinocho de Guillermo del Toro estructura una historia de monstruos con guiños a la mítica criatura de Frankenstein. Y si bien el público no tardará en encariñarse con el muñeco de madera, sus primeros segundos en pantalla ciertamente ostentan una ligera embarrada de horror al mostrarlo como una entidad alebrestada que se retuerce y contorsiona.

Pero no, Pinocho no quiere espantar; sencillamente está apenas familiarizándose con su cuerpo y capacidad de movimiento, a la par de que cuestiona qué es todo aquello que le rodea. Así, mediante su tosquedad e insaciable curiosidad, surge la promesa de un viaje fascinante y poco convencional, consistente en explorar las vicisitudes del mundo humano.

Una película no totalmente infantil

Pinocho de Guillermo del Toro claramente no está dirigida sólo a niños, sino que aprovecha el hecho de que los adultos también se verán atraídos a los impresionantes elementos visuales y temas maduros en la historia.

Esos temas incluyen la crianza de los hijos. En la mayor parte de la película, Geppetto desea que Pinocho fuera como Carlo, su hijo humano. Pero gradualmente se da cuenta de que no necesita reemplazar a Carlo-Pinocho está bien como es y no debe volverse humano para ser amado.

Del Toro también hace claras referencias al peligro del pensamiento colectivo acrítico. De hecho, parece que eligió el trasfondo del fascismo para señalar que aquellos pueblerinos cerrados que sospechan de Pinocho porque es diferente son las verdaderas marionetas.

Guillermo del Toro’s Pinocchio, un estreno de Netflix, tiene una clasificación PG (que sugiere cierta orientación de los padres) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “material temático oscuro, violencia, peligro, humor rudo y breves escenas de fumadores”. Duración: 114 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.