En el Motel Kamawa tuvo lugar el trance erótico. Habitación 210, para precisión mayor. Acabado el deliquio pasional Afrodisio Pitongo le dijo en arrebato lírico a la linda Floribel: “¡Por ti sería capaz de dominar al mundo! ¡Movido por tu amor vencería yo solo a mil ejércitos! ¡Para adorarte bajaría la Luna y las estrellas y las pondría a tus pies!”. “Me emocionan tus palabras -contestó Floribel-, pero lo único que espero de ti después de haberte entregado mi virginidad es que te cases conmigo». Cambió Afrodisio de semblante y replicó: «Eso va a estar más difícil”. La mamá de Jack el Destripador le comentó a una amiga: “Me preocupa mi hijo. Nada más sale una vez con cada chica”. Ya conocemos a Capronio: es un tipo majadero y desconsiderado. Su suegra estaba de visita en su casa cuando estalló un incendio en altas horas de la noche. Junto con su esposa Capronio se dirigió a toda prisa a la puerta de salida. La señora iba lanzando gritos de angustia. “¡Shhh! -le impuso silencio el tal Capronio-. ¡Vas a despertar a tu mamá!”. Don Aurelio Garza González fungía como presidente estatal del PRI en Coahuila en la época en que hacía yo mis pininos de reportero de periódico. A más de ser una magnífica persona aquel bonísimo señor era un zorro, dueño de la socarronería de la gente del campo en el norte. Por esos días se iba a realizar el destape de quien sería el próximo gobernador, y los encargados de la fuente política fuimos a entrevistar a don Aurelio, ansiosos por recibir de él siquiera algún atisbo acerca del aspirante que resultaría favorecido con la candidatura oficial. Nos recibió de inmediato en su oficina, y antes de que pudiéramos abrir la boca nos preguntó con acento suplicante: «Muchachos: ustedes que andan en la calle, díganme por favor: ¿quién va a ser el candidato?». Pues bien: si alguno anda en la calle y sabe cuándo terminará el confinamiento por el coronavirus dígamelo por favor. Lo pregunto porque las informaciones que al respecto se nos dan son imprecisas, cuando no contradictorias, y la gente está ansiosa por ver ya alguna luz al final del túnel, si me es permitido usar esa expresión inédita. Todos seguiremos cumpliendo rigurosamente las prevenciones dictadas por las autoridades de salud, pues sabemos que en ello nos va la vida, pero quisiéramos tener al menos una idea aproximada acerca de cuándo posiblemente acabará la cuarentena, o se atemperará. No lo digo por mí, que algo tengo de trapense o de cartujo y soy ajeno tanto al aburrimiento como a la soledad. Lo digo por aquéllos que empiezan a resentir los efectos de esta clausura que ya ha durado más de un mes. A mis conocidos los exhorto a la paciencia y les recomiendo diversas maneras de disipar el tedio, la murria o la sensación de solitud, pero ellos persisten en su enojo por el enclaustramiento. Había un señor de nombre Juan que huía del baño como de un peligro grave. Decía que era fuente de mil enfermedades. “¿Por qué no te bañas?” -le preguntaban. Respondía: “Porque más vale que digan: ‘Ahí va el puerco de Juan’, y no que digan: ‘Ahí va el cuerpo de Juan’”. En este caso les digo a mis amigos: más vale encerrados que enterrados. Aviso importante. Mañana saldrá en esta columna el vitando chascarrillo titulado “La chivita y el pastor”. Es el relato más rojo de cuantos han aparecido aquí en los últimos años. Nadie con un asomo de moralidad debería leerlo. ¡No se lo pierdan!... Himenia Camafría, madura señorita soltera, le dijo en el confesonario al padre Arsilio: “Acúsome, padre, de que todas las tardes a las 6 en punto recibo una llamada telefónica obscena. Y por favor deme rapidito la absolución porque ya van a dar las 6”. FIN.
Mirador
Por Armando FUENTES AGUIRRE.
El viajero ha ido por el mundo.
Ahora, entre las cuatro paredes de su casa, recorre el interior de sí mismo. En ese territorio raras veces explorado encuentra paisajes florecidos y cielos con nubarrones de tormenta. Le salen al paso memorias felices y otras de tristeza. Evoca muchas horas de alegría y no pocas de sufrimiento y amargura. Con esos materiales está hecha la vida, y el viajero la ha vivido intensamente, igual en la lágrima que en la sonrisa.
A tantos sitios ha llegado que no le asombra llegar ahora a donde está él mismo. El panorama que hoy le maravilla es su casa. En cada objeto que ve se mira. En cada libro vuelve a hallarse. Cada cosa le dice algo; cada habitación es un continente.
Extraña el viajero, sí, al amigo. Siente nostalgia del bullicio de la calle; de la vianda en la mesa compartida; del vino y la canción. Quisiera regresar a la rutina cotidiana, tan ignorada cuando se tiene, tan añorada cuando se ha perdido.
Pero algo aprendió el viajero en sus andares: aprendió que lo mejor del viaje es el regreso.
Todo es cuestión de saber esperar. Todo es cuestión de tener esperanza.
¡Hasta mañana!...
Manganitas
Por AFA.
“. En las redes sociales se ofrecen encuentros eróticos.”.
Según datos confirmados
que tú mismo citar puedes,
en las mencionadas redes
muchos quedan enredados.








