¿Y los Culpables?

El Gran Portafolio

¿Cuántos años pasaron ya desde aquel acto de dignidad republicana que reclamó el tesorero de las entrañas de México, nuestro petróleo, de las garras de los británicos imperialistas? ¿71? Son más de siete décadas en las que, por desgracia, hemos sabido de inmensas fortunas que han surgido de la explotación inmoral del recurso primigenio durante cada sexenio de ignominia y desde que el general Lázaro Cárdenas del Río –no confundir jamás con sus nietos ramplones y cínicos-, figura de culto nacional, lanzó la expropiación como un látigo infamante contra los miserables explotadores.

¡Los herederos del general no se fueron con las manos vacías y fueron los primeros en contar con gasolineras ampliándolas hacia la venta de crudo a Cuba, bastión que fue revolucionario en un principio para dar luego cauce a una perpetuidad política convertid en dictadura a partir de los cientos, miles de cubanos apresados por disentir, el sello característico de todas las autocracias. Lo primero que cae, bajo estos regímenes obtusos pero terriblemente costosos, es la libertad de expresión; luego viene la persecución en todas sus modalidades hasta el punto de disfrazar la democracia en parodia de carnestolendas. Y la larga Cuaresma –que vuelve a correr ahora tras los carnavales-, suele extenderse hasta que los baños de sangre las asfixian. ¿Es necesario llegar a ello en este siglo XXI? ¡No debiera ser así!

¡Hace unos días, en un pueblo mágico –uno de los que indebidamente se quiere dejar sin presupuesto para ahorrar dinero sin destino aún-, Chignahuapan, Puebla –la entidad atenaceada por el mal gobierno y la pésima política-, cuatro mil niños cantaron a la paz y dijeron ¡no a la guerra! Agregaron la mímica de sus pequeños dedos, moviéndolos como un péndulo en un reclamo desgarrador contra la violencia que no para en el país porque, sencillamente, se señala los crímenes pero no se encarcela a los malvados que los propician “desde arriba”.

Luego del canto multitudinario, que sentí como un arrebato de la piel arrugada por los años y los andares, debí enterarme, periodista al fin, de las atrocidades del fin de semana anterior: la matanza en Salamanca, el secuestro múltiple en Tamaulipas –diecinueve pasajeros de un autobús acaso con el fin de extender el terror, esto es el terrorismo-, veinte asesinatos en Chihuahua y Jalisco, también en el Estado de México, Puebla y Veracruz, que reflejan una realidad tan oscura como la de Venezuela sin luz ni salidas. Y a todo esto han sobrado las batallas de la Cuarta Transformación porque la justicia no puede quedarse a la mitad, esto es con la persecución contra un huachicolero y sin acciones concretas para exhibir a los empresarios millonarios que se beneficiaron por el delito al sopesar que no era “grave” a pesar de que se trataba de un atentado contra la nación y un sabotaje para alterar la economía de nuestra comunidad nacional. Qué profunda tristeza siento.

Sí, escuché cantar a la paz bajo las blancas esferas de la esperanza; pero el yugo de la perversidad aún aprieta el espíritu nacional porque los peores se sienten intocables, perdonados o no, porque el presidente quiere iniciar la historia con él borrando al pasado. ¿Sabrá que fue Cárdenas, el general, el primero que habilitó a la residencia de Los Pinos para hogar PERENTORIO de los mexicanos? ¿Y después qué? ¿Vendrá oro mandatario que desee vivir en el Palacio de Chapultepec como Porfirio Díaz a quien quieren vindicar los reaccionarios?

La Anécdota

Los dueños del oro negro de México, agentes de las grandes compañías del Reino Unido –el “imperio” explotador por naturaleza-, se ufanaban ante Lázaro Cárdenas de la fuerza de su país y respondían con sorna ante la indignación del presidente.

Al retirarse de una última reunión, con gesto burlón, uno de ellos se acercó a Cárdenas y dejó a sus pies un portafolio supuestamente repleto de dólares:

--Llévese esto –ordenó el mandatario-.

--Es solo para zanjar la discusión –respondió el emisario infame-.

--¡Lléveselo, se lo ordeno!

Y minutos después, en una emisión de radio en directo –de las primeras-, el gran Cárdenas ordenó la expropiación petrolera. Era un 18 de marzo como hoy... cuando venció a la corrupción como un relámpago que se apagó pronto.

loretdemola.rafae@yahoo.com