Elogio a los Ninis

Los Hijos de López

Bajo la ferocidad de la tercera ola de la pandemia hace un año, en su mutación “Delta” –AMLO aseguró que no sería tan contagiosa como las olas anteriores y, por lo visto, una vez más tropezó con la realidad y su escasa capacidad para hacer frente a las catástrofes naturales y económicas-, el mandante-mandatario se dio a dar una soberana explicación acerca de la importancia de “becar” a los jóvenes que ni estudian ni trabajan y fustigó a quienes los llaman “ninis” porque tal es un término conservador y ultrajante.

Es de carcajada. El personaje que acuñó el término “fifí” para referirse a quienes él considera adversarios, no necesariamente conservadores sino también los críticos y cuantos no coinciden con las estrategias torpes de la inundada 4T, se molesta porque se señala a los vaguitos juveniles quienes desechan oportunidades por el ocio de cuantos carecen de ilusiones –incluso los millones que han caído en el abismo de las drogas y/o el alcohol-, y se exige, en vez de los bonos demagógicos, programas de rehabilitación y enseñanza adecuada para que puedan salir del terrible pantano en el cual se encuentran; con dinero regalado bien sabemos a dónde va a parar éste.

Recuerdo que, hace no pocos años, se administraba desayunos escolares gratuitos en Yucatán pero los niños dejaban más de la mitad del contenido; entonces, conociendo la dignidad y la grandeza del pueblo maya, se dispuso cobrar veinte centavos por cada plato y ocurrió un cambio total de actitud: los pequeños devoraban hasta el plástico de la envoltura –es un decir- porque comenzaron a valorar cada uno de los ingredientes y a tomar conciencia de sus valores alimenticios. Así es nuestro país; lo decimos para quienes no lo entienden como muchos burócratas, de derecha o izquierda, que no conocen a fondo la conciencia colectiva.

Pues lo mismo puede aplicarse a los llamados “ninis” quienes se están quedando muy rezagados en el límite mismo entre la vida, la muerte en vida y la muerte definitiva. Con billetes obtenidos sin el menor esfuerzo los ganadores serán siempre los narcomenudistas y los cantineros. Habrá excepciones pero será muy difícil pasar la línea entre el vicio y la aplicación hacia una existencia sin barrotes interiores.

Pero esto no lo puede entender el presidente de la República, un auténtico vividor de la política privilegiado por ser quien más se ha adentrado al México profundo visitando hasta los últimos rincones del atenaceado país nuestro. Y en ello basa su discurso en pro del gobierno para los pobres... pero haciendo de éstos la harina para el enorme pastel de la demagogia, esto es sin nada dentro salvo la crema de los bonos.

(Por cierto, ahora AMLO solicita que los burócratas homenajeen con un minuto de silencio diario a las víctimas del maldito covid. Congruencia pura).

Mientras corre el período de AMLO, llegamos al mes Cincuenta y Siete –de setenta-, la pobreza aumentó en el país más del siete por ciento con tres millones más de nuevos depauperados sin mayores esperanzas y sobrados de agobios por la inquietante inflación que ya rebasa al 8 por ciento mientras el PIB desciende y no hay manera de detener los precios del gas y la luz; también, claro, la gasolina... que desde septiembre aumentará porque le retirarán los subsidios a la Premium.

¿Gobierno para los pobres? Es ésta la falacia más clara que confirma que en Palacio tenemos a un manipulador y no a un estadista responsable.

La Anécdota

En 1961, el escritor neoyorquino Oscar Lewis produjo una obra que escandalizó a la clase política mexicana, “Los Hijos de Sánchez”, porque expuso con crudeza la forma de vivir y ser de una sociedad sumida en las desigualdades y gobernada por antiguos prejuicios y necesidades ingentes.

Me dicen por allí que no sería mala idea, recreando la obra de Lewis publicada hace sesenta años, escribir una nueva versión, “Los Hijos de López” –eran “ninis” al inicio del régimen lópezobradorista- para exhibir la opulencia de una familia a la que el poder cimbró hasta los huesos y corrompió más que a ninguna otra. Alrededor podría hablarse igualmente de los hermanos del mismo apellido, los primos y hasta los consuegros.

Un capítulo podría dedicarse a exhibir como se provoca el desabasto artificial de gas para crear una empresa oficial llamada “Bienestar” que entraña una competencia desigual y felona contra las gaseras. Pero, además y por si fuera poco, se contrató a la compañía Cava Energy, propiedad de los padres de Carolyn Adams la modelo que atrapó en sus red seductoras a José Ramón, uno de los López de la historia propuesta.

¡Ah! Pero no es todo: la misma empresa se encarga de surtir gasolina que transporta ¡la súper secretaría de la Defensa Nacional! El ejército como parapeto de los López, por ahora. ¿Ya entienden lo de las casas de Houston?

loretdemola.rafael@yahoo.com