Corrupción-impunidad en tala, arrasan Chiapas

Hace unos días me preguntaba un amigo de la ciudad de México, como se manifestaban en la Frontera Sur los efectos del cambio climático, especialmente en Tapachula, la ciudad más importante. Mi respuesta fue simple: a la segunda ciudad más importante de Chiapas, solamente le hace falta un grado arriba para dejar de ser el paraíso y ser parte del infierno.

Parecería exagerada mi valoración, pero en los 14 años de haber regresado a este espléndido espacio de la geografía nacional, no había sentido con tanto rigor el incremento de la temperatura, al extremo de que desde temprano, el agua de la regadera está tibia, por lo que al mediodía el preciado líquido es tan caliente, que lo mejor es apresurarse para terminar pronto este inconveniente, que se prolonga por la y tarde y noche.

Como nunca, los depósitos de agua elevados (tinacos), se sobrecalientan como antes no se había sentido.

Pero también, le explicaba, se siente mucho más fuerte el calor, porque en los últimos años, la Región Soconusco ha estado expuesta a la tala de árboles de manera irracional e impune, con la complicidad de las autoridades de los tres niveles de gobierno.

De nada ha servido que se hayan difundido las denuncias en los medios de comunicación y redes sociales sobre este grave ecocidio en el que intervienen elementos de Corporaciones Policíacas, que aprovechan la indiferencia de las autoridades responsables federales, estatales y municipales, al no realizar el mínimo intento para frenar este aberrante atropello a la naturaleza.

Un tema nada nuevo, que no solamente se ha mantenido, sino que continúa actualmente con niveles escandalosos y cínicos, con la complicidad implícita de las Secretarías del Medio Ambiente de los gobiernos federal y estatal, así como instancias de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente, Fiscalía Ambiental de la Fiscalía General del Estado, además de los 122 alcaldes.

Arrasamiento de centenares de hectáreas en lo que queda de la selva tropical en las partes bajas de Tapachula, municipios fronterizos con Centroamérica y de la Costa.

Aniquilamiento de gigantescos árboles en las partes altas de la ciudad más importante de la Frontera Sur y en las inmediaciones de la Reserva de la Biósfera del Volcán Tacaná, cuyos troncos desplazan a aserraderos clandestinos, a empresas madereras de Soconusco y a negocios vinculados.

Un  vacío de las autoridades responsables que impidan no solamente el derribo indiscriminado de árboles de maderas preciosas, dejando atrás cerros pelones, sino la detención y enjuiciamiento de quienes llevan a cabo tan criminal actividad, conformando mafias que actúan libremente y bajo la protección de las Policías estatales, municipales e incluso federales.

Menos árboles, más calor en la vecindad con Guatemala, donde el panorama es semejante o peor por el daño al medio ambiente.

La tala e incendios premeditados en la Sierra Madre de Chiapas, en las que el crimen organizado pudiera ser ya responsable, de acuerdo a las versiones que circulan en Jaltenango de la Frontera como un secreto a voces, ha provocado la disminución de los flujos de agua de sus manantiales que se han secado luego de los incendios que han destruido la naturaleza generadora de vida.

Reducción inmediata del aporte de los afluentes al río Grijalva, cuyas poderosas corrientes permiten el funcionamiento de cuatro de las hidroeléctricas más importantes del país, mientras su abastecimiento al lado de la Costa, se mantiene en condiciones más preocupantes por la desforestación, con los cauces de los cauces de ríos secos o con muy poco agua, afectando a la agricultura y ganadería.          

Nadie hace nada para frenar la destrucción del hábitat humano y animal, en un Chiapas donde basta señalar que en las últimas seis semanas hubo más de ocho mil incendios provocados de manera intencional en el territorio chiapaneco, de manera especial en las Reservas de la Biósfera –El Triunfo y La Sepultura-, que pese a gravedad, no motivaron el interés del Presidente Andrés Manuel López Obrador, más preocupado por hacer llegar a su homologo de Francia, Emmanuel Macron, “su lamentación profunda por el incendio de la catedral de Notre Dame de París”.

Ocultamiento de información de la Secretaría de Protección Civil, para minimizar como siempre la compleja situación, al atreverse su titular el pasado cinco de abril, afirmar que la conflagración estaba controlada en un 95 por ciento, cuando era todo lo contrario, lo que motivaría la denuncia de especialistas de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH), en el sentido de que el incendio no solamente no se había sofocado, sino que había aumentado su intensidad, causando daños irreversibles a la flora y fauna en peligro de extinción, más allá de las 137 hectáreas oficialmente reconocidas de su Bosque de Niebla.

Ahí en El Triunfo, los mismos dueños de fincas que mantienen una posición respetuosa de la naturaleza, se han dado durante años, a la tarea de interceptar trailers cargados con maderas preciosas cortadas arbitrariamente y han detenido y entregado a los contingentes de las Policías estatales y municipales, para su encarcelamiento y castigo jurídico, pero más han tardado en asegurarlos y ponerlos a disposición de las autoridades, que éstas en ponerlos en libertad.

Y lo más delicado, que una vez en la calle, los delincuentes han retornado q sus ilícitas actividades, ya con la protección policíaca, no sin antes advertir a los finqueros, que de persistir en su actitud, pagarán muy caro su atrevimiento. Las amenazas han sido notificadas desde los tiempos de los gobernadores Pablo Salazar Mendiguchía, Juan Sabines Guerrero, Manuel Velasco Coello y a punto de hacerlo con Rutilio Escandón Cadenas.  

Tala y quemazones intencionales e impunes en todas las Reservas de la Biósfera chiapanecas, para dar margen a mayor espacio territorial que permita la expansión de la ganadería y de terrenos para la siembra de maíz y estupefacientes, como es posible constatar en la vasta geografía de la entidad.

Poco o nulo impacto han causado en los gobiernos federal, estatal y municipales, las alertas lanzadas por investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, en cuanto a las consecuencias de destruir la biodiversidad de Chiapas y toda la República.

Julia Carabias Lilo, de la Facultad de Ciencias de la Máxima casa de Estudios, y también ex secretaria del Medio Ambiente en la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León, ha reiterado en múltiples ocasiones, de a pesar de que México tiene una gran responsabilidad en el cuidado de la biodiversidad, por ser uno de los países megadiversos del mundo, aparece en la lista de las naciones que más deforestan.

Destruir la biodiversidad, advierte, implica interrumpir los procesos evolutivos y dañar ecosistemas, especies y genes, además de los servicios ecosistémicos, como el ciclo del agua, el aire limpio, el suelo fértil, la energía y la producción de alimentos con los polinizadores.

Está comprobado que la principal causa de su deterioro, es el cambio del uso de suelo, así como la introducción de especies invasoras y la contaminación.

La Selva Lacandona es en Chiapas el mejor ejemplo de ese fenómeno depredador del ser humano en función de sus intereses encaminados a la obtención de riqueza, aún a costa de la vida misma al destruir los ecosistemas.

Recuerdo que siendo reportero de EXCELSIOR, en 1976 el entonces secretario de la Reforma Agraria del gobierno de Luis Echeverría Alvarez, Augusto Villanueva, me diría que en Chiapas el desarrollo creciente de la ganadería extensiva se manifestaba en forma dramática en la Lacandona, al convertirse en “una Selva que camina”, al ser devastada permanentemente vastas extensiones de maderas preciosas para dar paso a la siembra de pastos para vacas, toros y becerros, mientras los campesinos hacían lo mismo, al quemar la fauna y flora, para sembrar maíz.

Vanos fueron los intentos de minorías ecologistas por detenerlos, dados los poderosos intereses económicos y políticos de por medio.

Han pasado desde entonces 42 años y la devastación ha continuado con la complicidad de los diversos gobernadores y encumbrados funcionarios federales, que poco o nada han hecho para frenar la destrucción de uno de los pulmones más importantes del mundo.

Tala e incendios intencionales, como la forma idónea de apropiarse de un espacio que el mismo Echeverría Alvarez entregaría por decreto a sus pobladores originales, los lacandones, para salvaguardar hasta con sus vidas, el mayor santuario de la naturaleza en México.

Y ya no es solamente la cría de ganado, sino el contrabando del mismo en pie, procedente de la vecina Guatemala, para ser engordado y posteriormente desplazado en trailers al interior del país.

Benemérito de las Américas y Marqués de Comillas, con los dos municipios ribereños del poderoso Usumacinta, que sirve de límite internacional, donde se ubican los ranchos a escasos kilómetros del cruce clandestino diario, que se hace evidente a simple vista, con el contubernio de autoridades, como lo han denunciado reiteradamente ejidatarios de la Región.

Se tiene conocimiento que los estómagos de vacas y toros, son utilizados para el trasiego de drogas, como ha sido detectado por los militares destacamentados en la Zona de Benemérito de las Américas, con la presunción de que miembros prominentes las organizaciones ganaderas están involucrados, sin que a la fecha se tenga mayor conocimiento del tema, dado lo apartado de los municipios en plena Selva Lacandona, colindante con la de la guatemalteca de Petén.

Versión de los hombres del campo provenientes de otros estados, que hace varias décadas llegaron a este espacio selvático para poblarlo y que junto con los ganaderos han contribuido a destruir la flora y fauna en peligro de extinción.

Negocios ilícitos

que contribuyen a la destrucción de La Lacandona, y que implican la compra en efectivo, de ganado muchas veces enfermo concentrado en un lugar conocido como “El Sabanar”, del lado guatemalteco, traído desde el interior del país chapín, así como de Honduras, El Salvador y Nicaragua.

Otra cara del Chiapas que el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador sigue ignorando y que tiene un costo muy alto para la biodiversidad de la entidad y de México.

Al margen de la actividad pandilleril y del crimen organizado en la Región Costa, el de la Selva Lacandona, donde las mafias del delito operan sin ningún problema, dando margen a todo tipo de especulaciones para determinar quiénes están involucrados desde las esferas federal y estatal.

Ecocidio es el costo para la sobrevivencia de los chiapanecos y del planeta, como parte coadyuvante de un cambio climático que parece irreversible frente a la corrupción e impunidad imperante.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.