Antonio Gramsci sostenía que la hegemonía cultural es esencial para la construcción de una nación. Esta no solo se mantiene con la imposición de ideas por parte de las clases dirigentes, sino presentando esas ideas como universales, aceptadas y promovidas por toda la sociedad. Cuando el consenso social y el apoyo del pueblo son voluntarios, la gobernabilidad se torna más sólida y estable.
El filósofo italiano subrayaba que las instituciones juegan un papel crucial en esta dinámica, y que el Estado requiere ejercer una dirección moral que sea aceptada por la mayoría, permitiendo un equilibrio entre la fuerza, el consenso y una dirección justa. Para México, en su camino hacia la paz, este enfoque es clave.
Precisamente esta construcción de hegemonía —no solo desde la fuerza del Estado, sino también desde la base social— fundamenta la Estrategia de Seguridad de los Primeros 100 Días, presentada por la presidenta electa, Claudia Sheinbaum.
En línea con los principios de la Cuarta Transformación, la doctora Sheinbaum tiene claro que la paz no puede lograrse exclusivamente con operativos policiales. Su visión de nación inclusiva se refleja en una estrategia que combina la fuerza del Estado con la promoción del bienestar y la proximidad social: la meta no es solo reducir la violencia, sino atacar las causas estructurales que la generan.
En términos simples, el bienestar social es un componente integral de la seguridad. Por ello, en los primeros tres meses, la Estrategia se concentrará en los municipios más afectados actualmente por la violencia (Tijuana, Ciudad Juárez, Chihuahua, León, Celaya, Acapulco, Cajeme, Benito Juárez, Tlajomulco y Colima).
La Estrategia se sustenta en tres objetivos claros: la reducción de homicidios y delitos de alto impacto, la mejora en la percepción de seguridad y la desarticulación de redes criminales.
La intervención, sin embargo, no se limita a operativos y fuerzas de seguridad. A través de los Programas para el Bienestar, se atacarán de raíz las causas que empujan a miles de jóvenes hacia la delincuencia. Al ofrecer oportunidades de empleo, educación y desarrollo, el Gobierno de México estará atacando los factores estructurales que sostienen la violencia.
Otro de los ejes principales es la reforma constitucional para fortalecer la Guardia Nacional, la cual fue aprobada recientemente por la Cámara de Diputados. Este cuerpo de seguridad, legado del presidente Andrés Manuel López Obrador, ha sido y seguirá siendo una pieza clave en el combate a la delincuencia organizada.
Cabe señalar que la reforma va más allá de una simple reorganización operativa: busca blindar a la Guardia Nacional otorgándole el marco legal necesario para ser un cuerpo de proximidad, libre de corrupción, más cercano a la gente y capaz de construir confianza ciudadana.
Fortalecer la confianza de la ciudadanía es fundamental para que cualquier estrategia de seguridad sea efectiva y duradera. La creación de consenso en torno a la Guardia Nacional y su papel en la seguridad pública no implica la militarización del país, como algunas voces críticas y opositores han afirmado. Por el contrario, se busca hacer de la Guardia Nacional un componente clave del tejido social.
Este enfoque integral es todo un proyecto de nación, alineado con los principios de la Cuarta Transformación. Por ello, la Estrategia reconoce que la paz está íntimamente ligada a la justicia social y no puede alcanzarse únicamente con balazos y batallas. Al atender las causas estructurales que alimentan la violencia, los Programas para el Bienestar ofrecen un camino alternativo.
De esta forma, la estrategia presentada no solo enfrentará a los generadores de violencia con la fuerza del Estado, sino que también ofrecerá un horizonte de desarrollo y oportunidades para la población vulnerable, tal y como lo hizo el presidente López Obrador durante su gobierno.
A días de comenzar su mandato, la presidenta electa está sentando las bases para un México más seguro, equitativo y en paz. La Estrategia de Seguridad de los Primeros 100 Días y la reforma constitucional en materia de Guardia Nacional no buscan responder a la violencia con más violencia, sino generar una hegemonía cultural basada en la justicia social, la paz duradera y la prosperidad compartida.