Mujeres, política y traiciones III (Juanitas)

Esta historia me la contaron ellas, a través de su dolor, su silencio y las marcas de violencia en su alma y en sus expedientes. ¿Cuántas mujeres son usadas para fines políticos y se quedan silenciadas por los lazos de dizque amor u de falsas lealtades?

( e)

“El destino nos encuentra, nos unge, se irrita con nosotras tal como lo hizo con nuestras abuelas y madres”.

Tarde lluviosa en las entrañas de un solitario barrio de La Conchita, es un domingo sin murmullo de carros y personas. La temperatura descendió a nueve grados. Hoy regresa mi hermana Gloria de ese viaje con Alejandra, de verdad admiro su valor. A mí me da miedo viajar.

Limpié la biblioteca de Alejandra, hay una enorme cantidad de libros y recuerdos, comenta ella que son de viajes, tuve presente su ruego de no quebrar ni una sola tasa, me repite muchas veces que son huellas de sus amores y pasiones. No entiendo mucho de eso, cómo puede decir que tuvo amores si está sola. ¿Cómo habla de tantos hombres, pues eso entiendo que dice son sus dizque amores, si es joven?, Es extraña, aunque buena gente, rara porque está sola y es feliz, aun con sus carreras ella disfruta su vida. Cuenta con cuarenta y siete años y no tiene hijos, de donde vengo a esa edad hay mujeres que tienen ocho o diez por lo menos. Y claro, no parecen jóvenes como ella, a veces con su energía y pantalones ajustados da la impresión de tener como veinte.

Nosotras llegamos hasta acá por Paola, una mujer genial que trabajaba como administradora en las cooperativas del café, estricta sí, pero amigable con todos los productores indígenas de la zona. Con mi papá siempre fue atenta, y le ayudaba a adelantarle créditos, y esperarlo si se retrasaba para la entrega de sus quintales, por eso le fuimos tomando cariño todos. Primero la nombro mi madrina de cuando termine la primaria. Que es de los acontecimientos más importantes porque en Chaniltik solo ocurren tres eventos memorables dentro de las familias: terminas la primaria, los casamientos y los velorios.

Un día mi papá Pedro, encontró a Paola afligida, que a su hermana de la Ciudad de México le urgía una muchacha para que trabajara en su casa, la que tenía se la llevó su hijo a los Estados Unidos de la noche a la mañana, y necesitaba apoyo con lo doméstico.

Así fue como con un gran gesto de generosidad, nos montó en un avión ante nuestras miradas desorbitantes y nos trajo hasta la Ciudad de México, a la casa de Alejandra, quien nos abrió la puerta como si fuéramos su familia, sin miramientos nos dio una bella habitación, y dijo que su casa era nuestra casa. Las hermanas convivieron una semana, la casa era enorme, con seis habitaciones en la planta alta, Paola tenía su propio cuarto. Supimos que era la casa de sus padres. Finalmente, Paola regresó a su vida.

Pasaron casi ocho meses de esa llegada, este es pues un día largo y más sin mi hermanita Gloria. Ya me cansé de ver la televisión, y me comunico por el teléfono con mi amiga de toda la vida. Me dijeron que, si quería ir con ellas, pero la verdad prefiero estar aquí tranquila, no soy audaz como mi hermana.

Eso sí, una de las ventajas de vivir con Alejandra es que siempre tenemos crédito en los teléfonos.

-¿Cuándo regresa tu patrona? – le dice su prima Yesenia al otro lado del teléfono.

- Hoy, se fue a una cosa de sus libros. Y se llevó a la Gloria.

-¿Estás sola en la casa?

-Sí, me ofrecieron ir, pero prefiero quedarme a ver las telenovelas, hago mi trabajo, sus encargos, la mantengo informada de sus llamadas y quienes le traen cosas o vienen a buscarla.

-Aquí ya todo está listo para tu boda, ya tienen los animales para la barbacoa y la música. Qué suerte tienes, el Jacinto Gómez sí que tiene dinero. Se puso abusado tu papá.

-No sé qué decirte, estoy enamorada.

-Si seguramente

-¿Por qué me dices eso?

-No sé, es una historia que se repite tantas veces que no puedo creerla.

-¿A qué te refieres? - pregunta Alicia elevando la voz molesta.

-Olvídalo.

-Si mejor, tengo ropa que planchar y voy a preparar la cena. Luego hablamos. – Diciendo esto cuelga el teléfono, sin esperar la contestación de la despedida.

Tiembla de rabia y llora. Corre al baño de su habitación y prende la regadera, se desviste mientras el llanto la posee. Y entra al chorro de agua para confundir sus lágrimas con el torrente. Hace enormes esfuerzos para controlar sus pensamientos y sus temores. Sus piernas pierden fuerza y se resbala hasta quedar sentada en el suelo.

Las horas pasan, una tormenta cesa afuera, pero la del corazón de esta mujer sigue causando estragos en sus entrañas. Hablo con él unas cinco veces, es un joven atractivo y de carácter serio. Nunca ríe, le lleva diez años, ha de tener otras novias, amantes, mujeres. Su familia es de ese linaje privilegiado que siempre ocupó los puestos de mando, desde agentes municipales, comisariados ejidales, regidores, presidentes municipales, etcétera.

Tiene terror a la pregunta que la persigue ¿lo ama?, ¿será feliz con él? Duda, pero calla. A su mente solo vienen las escenas en donde su padre la manda a llamar, y ella acude arreglada por su madre y Gloria. Siente frío y no puede controlar el temblor de su cuerpo.

Hay gran concurrencia, su padre es el centro de la fiesta, dirige largos discursos inspirado por esa bebida alcohólica conocida como posh. Su padre, Don Pedro Santiz, tiene la cualidad de liderazgo, un olfato increíble para las relaciones públicas. Por ello está a punto de cerrar el trato de la parentela con los “Gómez Santis”, los caciques del pueblo.

Puede sentirse como en ese entonces, ahí está él, con su extraña seriedad de joven elegido. Con esos pensamientos impenetrables que lo caracterizaron en sus contados encuentros. Jacinto Gómez, de veintidós años, el orgullo de la familia por sus dotes de oratoria, que le valieron participar en los discursos oficiales ante los políticos.

Las horas transcurren hasta que voces y risas que vienen de la sala la traen a la realidad.

Escucha su nombre, que resuena en su cabeza como un eco lejano, pues su alma está en Chaniltik. Pasos que se aproximan, gritos de su hermana. De pronto cae en la cuenta que está en penumbra, en el cuarto de baño tirada y desnuda. La puerta se abre y la luz la ataca, le duelen los ojos.

-¡Por Dios, Alicia! ¿Qué tienes?

-¡Mi hermana está muerta! – Grita horrorizada Gloria.

Alejandra sale corriendo, busca nerviosa su celular y llama a emergencias. La escena es impactante; Alicia yace desnuda en el suelo del baño, temblando, inconsciente, diciendo frases en tzeltal que sobrecogen, pues no parece el timbre de su voz. Gloria llora y cubre a su hermana con ropa, intenta sacarla del baño, pero Alicia la avienta con furia.

Gloria sale corriendo a buscar a Alejandra, que ya contactó a emergencias y vienen en camino.

-Es brujería. Esta poseída, no es mi hermana – declara Gloria, mirando a Alejandra con un brillo extraño en los ojos.

-Gloria…. Ya vienen los médicos, ven, vamos a ponerle una bata a tu hermana, no puede seguir desnuda, le va a dar una neumonía.

-No me crees, ¿verdad?

-¡Claro que te creo! – afirma Alejandra mientras en su cuerpo camina un estremecimiento nunca sentido. Esa mirada de Gloria es demasiado penetrante, parece otra, tanto que le resulta imposible mantener la suya.

Entran los paramédicos, le colocan sueros y la estabilizan. Sus signos vitales vuelven a la normalidad, más no así sus demonios.

(f)

“Nuestras realidades son solo parte de esta alucinación contenida… el paisaje de la vida nos posee, somos débiles a su hechizo… y la novela es lo único que nos queda: un resquicio de nuestra voluntad”.

Desperté con un cansancio exquisito. Las emociones del viaje, el logro de que Carmelita por fin me acompañara y dejara al fantoche de político que tiene como esposo.

Creo que tuvieron alguna vez sus buenos tiempos, no la culpo, aún recuerdo lo divertido que era Santiago antes que se rodeara de una caravana de avispas que todo el día le rinden pleitesía. Pobre mi hermana, observo en ella rasgos semejantes a los míos. Al inicio de su relación era natural y fluida, ahora veo a mi cuñado en una dimensión patética de poder y enfermizos anhelos imposibles de tolerar, al menos para mí. Mi hermana vive aferrada a la burbuja del ayer y piensa que un día volverá a ser todo como antes. ¿Qué remedio?, somos novelistas y ese don es de doble filo.

La almohada me acariciaba con seductora intensidad, leves movimientos de estiramiento solo hacían más inútil la posibilidad de levantarme. Me desvelé una vez más leyendo y subrayando frases que me llegaban. Era la hora de ir a la universidad y no había manera de faltar. Suspiré y en un impulso logré incorporarme lanzando un aullido leonino.

Me agarré de la silla de mi escritorio y alcancé a leer mis últimos párrafos escritos el día anterior: Alejandra va por la vida recogiendo de historia en historia las posibilidades de la suya propia, se siente celosa de sus personajes, por eso está resuelta a competir con ellos, a realizar la apuesta que de una vez la lleve al clímax de esa trama inimaginable, pero se merece más, por supuesto, mucho más que cualquier personaje femenino creado por ella misma.

-Te quería dar las gracias – susurra Gloria asomándose por mi puerta.

-¿Estuviste contenta? – me desprendo de mis abstracciones.

-Mucho, quiero seguir contigo aquí – declara mientras baja la cabeza avergonzada.

Avanzo hacia ella e intento darle un abrazo. Está rígida como si fuera un tronco.

-¿Qué te pasa?, esta es tu casa.

-Es que ya mañana nos vamos, mi hermana quiere ir al pueblo a ver lo de su boda. ¿No puedes hablar con mi papá?, para que se vaya sola mi hermana y yo me quede aquí contigo hasta el día de la boda, en diciembre.

La petición me dejó fría. Las hermanas estaban apegadas, y ahora Gloria prefiere quedarse aquí. Trato de pensar rápido.

-Mira, hagamos una cosa, le

diré a mi hermana Paola que contacte a tu papá, ella tiene más confianza, y vemos ¿te parece?

-Sí, gracias.

-¿Cómo amaneció Alicia?

-Avergonzada por lo de anoche.

-Nada de lo que apenarse, ya hablaré con ella. La lluvia regresa. Observo como Gloria se pierde en el paisaje que ofrece mi ventanal, tiene también esa capacidad de abstraerse, no me muevo, la dejo viajar en sus adentros, en sus temores y sueños.

Continuará…