Se entiende por magnicidio el homicidio de un jefe de Estado o de una persona importante por la fuerza que representa. Los ha habido tanto en México como en el mundo.

En el extranjero está el magnicidio de Francisco Fernando de Austria el 28 de junio de 1914, en Sarajevo, capital de la provincia imperial de Bosnia, que marcó el inicio de la Primera Guerra Mundial.

Lincoln sufrió también un magnicidio en la ciudad de Washington, mientras en compañía de su esposa y dos invitados presenciaba una obra de teatro. Recién había triunfado su gobierno en la guerra de secesión.

Otro magnicidio, y que fue muy sentido en México el mismo año en que fue asesinado, fue el que sufrió John F. Kennedy. Su muerte, sucedió en Dallas el 22 de noviembre de 1963.

A los anteriores magnicidios mencionados existieron muchos otros en el resto del planeta. Entre otros cito los de Robert Kennedy, Martin Luther King y Gandhi.

De los magnicidios presentados en México, menciono el de Venustiano Carranza en Tlaxcalantongo en el Estado de Puebla el 21 de mayo de 1920, y de este homicidio se culpaba como autor intelectual a Álvaro Obregón. Su muerte fue resultado de un grupo de personas armadas que balacearon el lugar en que dormía.

Francisco I. Madero y José María Pino Suárez fueron privados de la vida cuando eran Presidente y Vicepresidente respectivamente, como resultado de la traición de Victoriano Huerta militar a quien Madero, días antes, le había encargado la defensa de Palacio Nacional.

Por cierto, hoy 9 de febrero, en el año, de 1929, fue fusilado José de León Toral, homicida de Álvaro Obregón en un restorán ubicado en donde actualmente se encuentra el monumento construido en su honor.

No pudo haber ninguna duda de la culpabilidad de Toral en la muerte de Obregón. El homicidio lo cometió en un restorán a la vista de los diputados de Guanajuato. Después de haberlo asesinado, algunos de los asistentes proponían que ahí mismo fuera matado el homicida, pero otros invitados se opusieron para averiguar quién o quiénes eran el autor o autores intelectuales.

En los comentarios que se hicieron después de su muerte, hubo algunos que se decían como bromas, referían que cuando viajaba Obregón a su casa ubicada en la avenida que ahora lleva su nombre y que entonces se identificaba como avenida Jalisco, Obregón, ante los saltos que daba el vehículo por los baches del camino, decía “¡ay, qué Calles!”, esa expresión porque se decía que había sido el mismo presidente Calles quien planeó su muerte.

El candidato a la Presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio Murrieta, fue privado de la vida en la ciudad de Tijuana, el 23 de marzo de 1994. Su muerte al finalizar el mitin al que había asistido fue ocasionada por el disparo que recibió de su homicida, quien ha reconocido su delito y se encuentra compurgando la pena a la que fue condenado.

En torno a su muerte se realizaron muchas investigaciones; hubo varias Fiscalías encargadas de hacerlas, y se llegó a la conclusión que no hubo otra persona que interviniera en ese crimen.

Recientemente se ha querido involucrar en ese homicidio a otra persona, como un “segundo tirador”, pero este de ninguna manera existió. La investigación realizada de estos hechos es digna del mayor reconocimiento y profesionalismo.

El último Fiscal, a quien le correspondió terminarla, fue Luis Raúl González Pérez, en la época en la que era procurador de la República, Jorge Madrazo Cuellar.

Confiemos no se libre en contra de ese supuesto segundo tirador una orden de aprehensión, de presentarse sería solo por razones políticas que por la salud de la República, no podemos permitir que la política contamine la administración de justicia.