50 años de las primeras calles peatonales
Quienes caminan en “bolita” por la calle de Madero de esta capital suelen animarse a tomar una selfie en ese andador peatonal que no sólo es popular en redes sociales, pues tiene tanto qué ofrecer que las fotos serán buenas en cualquier lugar.
Estas son experiencias que podemos vivir en la Ciudad de México gracias a que hace 50 años se crearon las primeras calles exclusivas para el peatón. Hoy, en “Mochilazo en el Tiempo” te contamos cómo surgieron.
Según el folleto Reencuentro–Remodelación–Cuadernos de la Ciudad, publicado por el Departamento del Distrito Federal (DDF), en 1973, en el centro tradicional de México se hicieron de uso exclusivo peatonal las calles de la Condesa, Gante, Motolinía y Palma; y los callejones de Cinco de Mayo.
Otras áreas libres de autos fueron las plazas del Senado, Lerdo de Tejada (antigua calle de Xicoténcatl), Garibaldi y la Concepción Tequipeuhcan, que junto con la Alameda Central —restaurada por completo— y otras plazas tradicionales, permitieron sumar una considerable área sin vehículos.
Ciudad de contraste arquitectónico
El deterioro del Centro, según información del DDF, empezó a partir del siglo XX, por el envejecimiento de los edificios y “por el tremendo recargo de actividades comerciales”. Entonces se creía que el comercio transformaba y ocultaba con su publicidad “el sabor original de los estilos arquitectónicos”.
“El rostro antiguo de la ciudad, de sobria y armoniosa belleza, fue invadida por una cultura moderna estruendosa y frívola”, se lee en las publicaciones oficiales acerca de las acciones que emprendió el DDF.
Es probable que por ello, hoy los comercios de Madero se vean obligados a respetar las antiguas fachadas.
La medida oficial podría suscitar un debate sobre la objetividad o la imparcialidad del criterio con que se actuó. Un punto muy cierto dice “De la serena Ciudad de los Palacios, México pasó a ser la enervante ciudad de los contrastes arquitectónicos”, pues de la antigua y pequeña ciudad colonial, entonces más uniforme, se había pasado a una gran urbe occidental y modernizada ya en desarrollo.
Por si fuera poco, la administración del DDF en turno también llamó “anarquía” a las actividades de la industria de la construcción, a raíz de las “fachadas vítreas rectangulares al lado de templos barrocos y edificios de estilo neoclásico”.
De acuerdo con el libro “Remodelación Urbana”, en septiembre de 1971 existían en la Ciudad de México 200 colonias populares. Se construyeron entre 1971 y 1973, un millón de metros de nuevas calles y avenidas.
Se estimaba que en total, el entonces Distrito Federal disponía de unos 50 millones de metros cuadrados de calles, de las que estaban pavimentadas alrededor de 40 millones.
“Los pavimentos están sujetos a un mayor o menor desgaste, atendiendo a la intensidad de la circulación de vehículos, independientemente de los efectos del sol, la lluvia y los cambios de temperatura”, se lee.
La publicación señala que debido al clima y el tránsito de vehículos, en el Distrito Federal habría sido recomendable reponer los pavimentos cada 15 años, lo que llevaría a reconstruir unos dos y medio millones de metros cuadrados de pavimento anualmente.
Primero se retiró el exceso de tráfico
En el capítulo “Obras Viales” en el Distrito Federal, dentro del libro “Carreteras y Transportes de México” se explica que, para propiciar una nueva etapa en la vida de lo que llamaban en los setentas “el centro tradicional” de la capital, el DDF emprendió su “programa de remodelación urbana”. Se recalcó que era posible gracias a la exitosa evolución del transporte público, impulsado por la “eficiente operación” de las líneas 2 y 3 del Sistema de Transporte Colectivo (STC).
De acuerdo con el libro, a partir de la construcción del Metro, el Centro resultaba mucho más accesible al grueso de la población; al mismo tiempo, sus calles y edificios adquirieron un nuevo valor, una vez que disminuyó el número de autobuses “que en interminables filas avanzaban lentamente por las estrechas calles”.
Esa descongestión del tráfico vehicular en el Centro Histórico fue el parteaguas que permitió destinar algunas calles al uso exclusivo de los peatones.
El programa de remodelación incluía la reconstrucción total de los pavimentos, guarniciones y banquetas, cuyos materiales fueron sustituidos por otros de colores y texturas agradables a la vista que contribuían a realzar el aspecto de las construcciones, muchas de gran valor histórico y artístico.
Cambios que rejuvenecieron el Centro Histórico
La información de “Cuadernos de la ciudad” nos permite saber a detalle en qué consistió esta remodelación urbana, realizada entre 1971 y 1972, ya que describe desde los materiales elegidos hasta los elementos que se rescataron, los que se conservaron y los que se descartaron.
Entre los cambios que “rejuvenecieron” la zona entonces llamada “antiguo Centro Comercial”, figuró la sustitución de asfalto por adoquín y “adocreto”, que además de ser materiales duraderos y de agradable textura, podían repararse sin afectar su aspecto.
David Galicia, periodista especializado en problemas urbanos, agrega que en el esfuerzo por dar un nuevo aspecto al Centro Histórico se reemplazaron los tramos principales de pavimento y banquetas, en vialidades que seguirían abiertas al tránsito. “También se modernizó el mobiliario urbano, se sustituyeron las lámparas de la red de alumbrado, crearon áreas verdes e instalaron bancas, entre otras acciones”, señala.
Así, se recuperaron espacios donde antes ya no era posible detenerse a descansar por un momento.