Estados Unidos: De película.

Quién iba a imaginar que Estados Unidos, que pregona ser ejemplo de civilidad y de democracia, iba a vivir una situación de descontrol y anarquía como la que prevaleció el miércoles con la toma del Capitolio por simpatizantes del todavía presidente, Donald Trump. 

Es algo histórico e inédito lo que está pasando en el país más poderoso del mundo, que muchas veces ha alentado situaciones semejantes en otras naciones cuyos gobiernos no le son afines. De ahí surgió aquella famosa frase de que en ese país del norte no ocurrían golpes de Estado porque no había en Washington una embajada estadounidense. 

Quién iba a decir que el enemigo (Trump) está en casa y que no ha sido necesario que otras potencias intervengan para para generar el caos político que ahora se vive en ese país. 

El fondo del asunto es que Trump no acepta su derrota y ha buscado por todos los medios, legales e ilegales, descarrilar el proceso electoral en el que de acuerdo con cifras oficiales, ganó el demócrata Joe Biden. 

Por lo mismo, ha alentado a sus seguidores a mantener una actitud beligerante con tal de buscar algún resquicio que le permita seguir en la Casa Blanca, sin importarle el daño que le hace a su país. 

Si bien es cierto que cada vez se queda más solo, todavía tiene alguien margen para operar ciertas cosas para no entregar el poder en tiempo y forma a Biden el 20 de enero. 

Conforme se ha ido acercando la fecha del cambio, Trump ha ido moviendo sus piezas. La más aventurada, comenzó el miércoles en Washington, cuando el Capitolio de Estados Unidos, en el que funcionan las dos cámaras, se vio obligado a cerrar sus puertas, con los legisladores en el interior, luego de que se produjeron choques violentos entre partidarios de Trump y la policía, lo que dejó una mujer muerta de bala. 

De acuerdo con diferentes publicaciones, varios manifestantes rompieron el cero y ventanas y lograron ingresar por la fuerza al edificio, lo que obligó a retrasar el proceso constitucional para confirmar la victoria de Biden en las elecciones de noviembre pasado. Los inconformes estaban adentro de la cámara de senadores y uno ellos, que subió al estrado, gritó “Trump ganó esa elección”.  

La delicada situación obligó al alcalde de la capital estadounidense a imponer un toque de queda, a partir de las 6 de la tarde para tratar de controlar el desorden y evitar mayores problemas. 

Tal vez nadie más que Trump imaginaba que las cosas llegarían hasta tal grado. Incluso, algunos de sus opositores han asegurado que se trata de un intento de golpe de Estado o golpe político, como muchos que Estados Unidos ha organizado y alentado en diferentes países. 

Lo grave del asunto, además, es que la estadounidense es una sociedad acostumbrada a usar armas casi para todo y en esa medida, la coyuntura se vuelve más peligrosa, pues con alguien desquiciado como es el caso, se podría empujar a una tragedia. 

Las imágenes transmitidas parecen de película, de esas que se graban precisamente en ese país, pero ahora con escenario y actores reales. Es una cinta en vivo con millones de espectadores de todo el mundo esperando el desenlace. Ojalá no tenga un final sangriento, como en muchos filmes made in Estados Unidos. 

Trump, que sin pruebas insiste en que hubo fraude en las elecciones de noviembre,  no sólo no se define claramente qué es lo que busca, aunque todo el mundo lo intuye, sino que está dejando correr las cosas, tratando de sacar provecho político. Falta ver qué pasará con Biden, si podrá tomar posesión en condiciones normales o no. 

Habrá que esperar los próximos días para saber cómo evoluciona el conflicto en Estados Unidos y cómo lo resuelven los actores políticos -republicanos y democráticas, principalmente- involucrados en este episodio inédito, del que seguramente esa nación saldrá muy debilitada. 

Podría decirse que Estados Unidos está cosechando lo que ha sembrado, y que sea tal vez también que su hegemonía está en decadencia. 

PICOTAZOS. La irrupción de un grupo de indígenas encapuchados y armados en las instalaciones de la Fiscalía Zona Altos, con sede en San Cristóbal, la noche del martes, anuncia que algo grave está pasando en esa oficina. Es cierto que muchos grupos armados buscan solucionar por la fuerza y a punta de balazos diversos asuntos, como la detención de algún familiar o compañero. Pero es cierto también que a veces lo hacen porque se ha cometido alguna injusticia. Quién sabe si es el caso, pero el hecho es que los sujetos retuvieron a un agente estatal para canjearlo por uno de sus compañeros detenido por la policía. No se ha podido establecer si este último cometió algún delito o no o si las “negociaciones” se salieron de control como ha sucedido en ocasiones anteriores. Existen afirmaciones de otras personas, de que han sido detenidas, e incluso torturadas, para que entreguen determinadas cantidades de dinero. Se sabe de un caso en el que los policías de dos niveles tuvieron que pagar a un hombre al que habían golpeado para que “cantara” o para que entregara dinero, con tal de que no interpusiera una denuncia por tortura. Más allá de si fue justa o no la retención del agente -quien presuntamente fue llevado a Betania- la noche del martes, es necesario destacar la gravedad de que un grupo armado ingrese hasta las oficinas de la propia Fiscalía Zona Altos, realice disparos de arma de fuego y se lleve retenido a un policía. Eso significa que ya no hay control y que e ha perdido el respeto a la autoridad. Uno de los problemas es que algunas veces en ese tipo de oficinas hay muchos intereses y corre dinero de todo tipo. A esta Rotondas Pública llegó la versión de que hace más de un año, un grupo de indígenas que tiene invadida una reserva en el norte de la ciudad coleta, entregó 200 mil pesos a un funcionario para que no los desalojara, cuando ni siquiera estaba en sus manos frenar el hipotético desalojo. Fin