SCLC: historia trágica

Cuando el terror acecha

“Quien no conoce su historia está condenado a repetirla”: George Santayana

Amo a mi ciudad y como presidente municipal vivo con emoción la oportunidad de servir a mi gente, afirmaba en su cuenta de Facebook con simulación insolente Marco Cancino González, alcalde de San Cristóbal para el período 2015-2018, viejo priísta que más sabe de trapacerías que de política.

Él y el actual munícipe, Mariano Díaz Ochoa, este un ingeniero forestal metido a político, son lo peor que pudo ocurrirle a ese bello pueblo fundado por Diego de Mazariegos, bordeado de montañas mayestáticas y protegido por templos que huelen a historia, estoraque y mitos prehispánicos.

Cancino gobernó San Cristóbal entre tumbo y porrazo, bocabajeado siempre por el descontento popular. Llegó de manera turbia y así se fue.

Con violaciones sistemáticas a la Ley Orgánica del estado de Chiapas, 20 meses le fueron suficientes para poner de cabeza a esa ciudad cuya estela de complicidades e impunidad hoy tienen a San Cristóbal en la anarquía criminal más trágica de su historia.

No es un terror gótico, sino uno real que acecha en cualquier calle, en cualquier esquina. Los asesinatos ocurren en el día a día. La sangre corre a borbotones. Vaya, ni con Enoc Hernández Cruz, hombre improvisado y dicharachero de la política, San Cristóbal estuvo en drama semejante.

A la sazón regidor, Carlos Herrera Hernández, también periodista, advirtió que el hartazgo social estaba por desbordarse. Era el preludio de lo que, en tiempo perentorio, sería un escenario ensangrentado incontrolable.

Sin éxito, el regidor Herrera emprendió una batalla legal en el Congreso del Estado para el desafuero, investigación y encarcelamiento de Cancino González.

“¡Déjense de pendejadas”!

Debo decir que yo tuve datos de primera mano de cómo Cancino González “ganó” la alcaldía. Desde palacio de gobierno, la orden fue afilada: “Él es el presidente”. Hubo medrosa oposición de algunos consejeros electorales:

“Señor, pero va perdiendo”. Y vino el remache de la instrucción: “Déjense de pendejadas, cabrones: él es el presidente, ya dije”.

Con Cancino González nacieron grupos paramilitares. En agosto de 2016, el diputado federal de Morena Guillermo Santiago Rodríguez y toda la fracción parlamentaria de ese partido en la Cámara de Diputados federal, presentaron una demanda de juicio político en contra de Cancino que tampoco procedió. Durmió el sueño de los justos.

“En los últimos tiempos ha subido la delincuencia en San Cristóbal porque Marco Cancino González ha propiciado grupos de choque y dado poder específicamente a la Asociación de Locatarios de Mercados Tradicionales de Chiapas (Almetrach), que dirige Narciso Ruiz Sántiz”, denunció el legislador federal en tono enérgico y con su ya característico pelo engomado.

370 pesos

La gestión administrativa de Marco Cancino González concluyó el 30 de septiembre de 2018. Sin embargo, respaldado desde palacio de gobierno, siguió operando el ayuntamiento hasta el 31 de diciembre. Dejó las arcas con 370 pesos.

La Auditoría superior del Estado fue aplacada por el secretario de gobierno Mario Carlos Culebro Velasco, también embrión priista, para no investigar nada. A la ausencia de gobernador, Mario Carlos tenía el control de Chiapas y hasta se otorgó pensión vitalicia junto a uno de sus más fieles corchetes, a quien hizo secretario de transportes.

Permisos para construcción de fraccionamientos en zonas de conservación ecológica; el descomunal fraude que significó la terminal de corto recorrido; nexos con empresarios de dudosa reputación.

Secuestro del Cabildo; incumplimiento, por capricho, al decreto 516 del Congreso del Estado que pone 22.8 hectáreas bajo el cuidado del sistema de agua Chupactic y la gigantesca corrupción representaron, entre muchas otras, las tipologías de ese gobierno municipal. Atrás suyo hubo una poderosísima hampa política que le dio cobijo.

Las sospechas

El 31 de marzo de 2016, la Constituyente Ciudadana Popular (CCP) denunció que “la estrategia de represión de Marco Cancino González es utilizar a un grupo paramilitar urbano para confrontar, dividir, amedrentar, cerrar toda la ciudad, controlar los mercados indígenas e incorporar a sus intereses a varios grupos de choque.

En su discurso está la contradicción: dice ser un ser humano que ama a su prójimo y se ha convertido en el principal golpeador y desestabilizador social del municipio”. Cancino obtenía ganancias de 800 mil pesos semanales a través del comercio ilegal.

De este óvulo nacen Los Motonetos que, en el presente, tienen al menos nueve tentáculos de terror. Mariano Díaz Ochoa, alcalde de membrete, es sólo otro engendro de la sociedad clandestina que se inició en el pasado.

Los Motonetos, cuyo olor y sabor es el crimen, le habrían ayudado en la maniobra política electoral del año anterior. Por eso les cedió el gobierno, la ciudad…