Cuidar a quienes cuidan

En algún momento seremos cuidadores o necesitaremos de alguien que nos cuide, especialmente ante la explosión demográfica de todos aquellos de 60 años y más años crecientemente visible. El envejecimiento es un proceso natural en el deterioro fisiológico frente a lo cual surge la oportunidad y conveniencia del apoyo externo.

Lamentablemente, en la mayoría de las ocasiones la provisión de cuidados es un trabajo no remunerado, sin seguridad social y carente de un horario, realizado mayoritariamente por mujeres.

Este 5 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de las Personas Cuidadoras, una fecha para visibilizar a quienes cuidan y reflexionar sobre la crudeza de los datos.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que cada día, en el mundo, 16 mil 400 millones de horas de trabajo de cuidados no remunerado sostienen el funcionamiento de las sociedades.

En México, el Inegi e Inmujeres indican que, de cada 10 horas destinadas a trabajar, cinco son para labores no remuneradas en los hogares; es decir, tareas domésticas y de atención. Las mujeres dedican 67% del total de horas trabajadas, mientras los hombres solo 28%, en la evidencia del sesgo estructural favorecedor de los hombres que es cada vez más inaceptable, aunque a una lenta velocidad.

La efeméride, creada en 2014, contribuye a enfatizar la equidad e igualdad en todos los contextos indispensable en cualquier ruta moderna con apetito democrático sustantivo. En el país existen iniciativas para crear la Ley General del Sistema Nacional de Cuidados, y desarrollar un conjunto de políticas, programas y acciones que garanticen los derechos de todas y todos quienes necesitan y brindan asistencia.

Está pensada a partir de la noción de mejorar las condiciones de trabajo de las y los cuidadores, tanto quienes reciben un pago como quienes no, a partir del reconocimiento de que son uno de los motores sociales y económicos.

Plantea programas y políticas públicas como la ampliación y mejoramiento en estancias infantiles, escuelas con horarios extendidos, centros de cuidado para personas mayores y con discapacidad.

Por eso se busca que las autoridades también atiendan la salud mental de las personas cuidadoras, quienes llegan a enfrentar agotamiento emocional, síndrome de burnout o de estar “quemado” o sentimientos de culpa por estar cansadas de atender a un familiar, para evitar repercusiones.