A finales del siglo XIX se registró un auge de publicaciones científicas sobre los usos médicos del cannabis; sin embargo, esta utilización no era una novedad: le antecedían más de cuatro mil años con diversas historias en el seno de las culturas persa, india y romana, entre otras. Se dice que la planta fue introducida por Cristóbal Colón a nuestro continente y después Cannabis sativa y Cannabis, indica literalmente echaron raíces en nuestro territorio, al ser importadas de Asia y Europa por Hernán Cortés para fortalecer la economía de la Nueva España.

¿Qué le han aportado en el área médica cientos de años de historia a la mítica planta? Mucho y muy poco. La paradoja se esconde detrás de los alrededor de 400 compuestos que posee la marihuana, pero de los que se desconocen exactamente sus efectos porque la gran mayoría no se han estudiado. “Sólo dos de estos compuestos se han investigado con mayor profundidad y ya hay evidencia de su utilización clínica”, señala el doctor Óscar Prospéro, director del Laboratorio de Cannabinoides de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), haciendo referencia al Delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y al cannabidiol (CBD). El primero es considerado el principal compuesto psicoactivo de la planta y también ha sido estudiado como el agente terapéutico de mayor importancia. El cannabidiol es el otro compuesto activo importante.

“En nuestros estudios hemos visto claramente que el THC, además de la utilidad para inducir sueño y regular el dolor, puede aumentar la ingestión de alimento y reducir la temperatura corporal”. El investigador subraya que hay varias funciones fisiológicas que sí se ven reguladas por los fármacos con estos componentes, pero son compuestos en donde la molécula está perfectamente aislada. “No es la planta en sí, no son extractos, ni es ‘el aceite de…’. Hay una dosis exacta para que funcione contra determinado padecimiento».

La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) anunció hace casi tres meses la primera liberación de productos de cannabis, entre los que se encuentran derivados farmacológicos, materias primas, suplementos alimenticios y productos cosméticos. Aún falta para que estos productos estén disponibles y no se sabe finalmente cuáles serán específicamente los productos, así como las estrategias y disposiciones de venta, pero los especialistas llaman a revisarlos con ojo crítico.