Con el gobierno de Estados Unidos sumido en los comicios presidenciales de noviembre próximo y en las guerras en Ucrania y Palestina, sin descartar más retrasos y con la indiferencia de la comunidad internacional, Haití se dispone a recibir al cierre de este mes a la décimo primera misión internacional de paz en su territorio desde 1993.

A casi 31 años de la fuerza extranjera que inauguró las misiones en Haití, persiste un temor. El nuevo despliegue policial, comandado por Kenia y con presencia inicial de tropas de Bahamas y Barbados por América; Benín y Chad por África, y Bangladesh por Asia, podría sólo sumar miles de horas en suelo haitiano y sin apuntalar una real solución democrática, social, económica, política e institucional.

Salvo imprevistos, una fuerza policial tiene preparado salir de Kenia hacia Haití, informó en días pasados el gobierno keniano. El organigrama de miembros estaría sujeto a modificaciones y sin fecha para el final del despliegue.

Sin que todavía hayan sido divulgados datos oficiales sobre los números de efectivos, la misión, autorizada en octubre de 2023 por el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), entrará a Haití con la misión de combatir a las poderosas pandillas criminales haitianas, que hundieron al país en un mortal y sangriento drama desde julio de 2021.