El riesgo del cristal en México

En los últimos seis años se ha triplicado el consumo de metanfetamina, especialmente el cristal, en nuestro país. Esta droga se produce en laboratorios clandestinos, lo que facilita su fabricación y la hace mucho más accesible.

Es una sustancia psicoactiva altamente adictiva y peligrosa, que causa deterioro físico y psicológico en quien la consume y daños irreparables a nivel familiar y social.

Hay quienes la usan buscando anestesiar procesos complejos en su vida; para aguantar más en las fiestas; o para trabajar y concentrarse durante más tiempo.

Por desgracia, el uso de cristal genera daños extremos, en ocasiones desde el primer consumo. Sus efectos no se limitan a la irritabilidad, insomnio, ansiedad y depresión. A largo plazo, puede causar desnutrición, pérdida de dientes, daño cardiaco y déficit cognitivo.

Además, su consumo crónico o en dosis altas puede generar alucinaciones o delirios, que lleven a la violencia y la comisión de delitos. Hay testimonios desgarradores de consumidores que mataron a sus hijos o padres porque escucharon voces que se los ordenó.

Uno de los peligros de esta sustancia es que puede ser mucho más potente en sus efectos. Los picos de dopamina que libera el cristal hacen que se requieren al menos 12 meses sin recaer para que el cerebro se vuelva a reestructurar y pueda haber una rehabilitación.

C.U.G., de 19 años de edad, empezó a consumir cristal a los 12 años: “En ese momento pude experimentar por primera vez en mi vida que era libre, de tanto desmadre, de tanto dolor, y ¿sabes qué?, me daba poder, el cristal me hizo sentir que ya nadie podía dañarme, que yo era inalcanzable (…) pero un día ya no pegaba igual, poco a poco empecé a ver cómo mi cuerpo estaba haciéndose flaco, demacrado, no dormía, no comía (…) un día me empecé a sentir bien mal y cuando me di cuenta, escuchaba que me hablaban, que me gritaban y yo sentía que alguien le estaba haciendo daño a mi hermanita. Salí a la cocina y agarré un cuchillo para protegernos y me salí a la calle, hasta que los vecinos me reportaron, llegó la pinta, me subieron y bote. Al día siguiente no recordaba mucho, el cristal acabó con mi cuerpo, mi cara, me apartó, lo busqué por sentirme bien y terminé sintiéndome un gusano, solitario, lejano, despreciable, es el infierno en carne propia”.

De acuerdo con la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) la metanfetamina es la droga sintética ilegal con más presencia en el mundo, dado que los criminales usan precursores no controlados para evadir el control policial, que su producción puede realizarse más cerca de los consumidores y que en caso de incautación son fácilmente sustituibles.

En el caso mexicano, el considerable aumento en el número de consumidores surge de los mercados locales que se han ido creando en las rutas del tráfico hacia EE. UU.

Hay una ausencia de indicadores actualizados sobre el consumo de drogas en México, pues los últimos datos disponibles son los de la Encuesta Nacional de Consumo de Drogas, Alcohol y Tabaco de 2016; hacen falta nuevos ejercicios con una metodología rigurosa, cuyos resultados puedan ser equiparables a los anteriores.

De ahí que el indicador más adecuado sea el número de personas en tratamiento por trastornos relacionados con la metanfetamina, que ha tenido un aumento exponencial, triplicándose de 2017 a 2022.

En México, casi 80 mil personas solicitaron tratamiento por consumo de ETA en 2022, en la Red Nacional de Atención a las Adicciones. Es un problema de salud pública, que afecta a comunidades de todos los niveles sociales y que tiene el potencial de alcanzar dimensiones incalculables.

Hacen falta políticas públicas de prevención, pero también una oferta más amplia y alianzas estratégicas para la prestación de servicios integrales de atención médica, psicológica y psiquiátrica para quienes ya son consumidores.