En las últimas décadas las mujeres se han ido posicionando políticamente, primero con un sistema de cuotas, luego se avanzó con disposiciones legales y constitucionales para que desde 2018 se alcanzara la paridad de género en el Congreso de la Unión; con las acciones afirmativas determinadas por el Instituto Nacional Electoral ya nueve estados del país son gobernados por mujeres, pero pese a que se amplió el espectro de su representación política no parece estar a la vista el objetivo de las batallas que emprenden los colectivos en sus manifestaciones públicas.

Las estadísticas y los números confirman que las mujeres somos un grupo vulnerado históricamente, aún carecemos de un piso parejo, por ello en la LXVI Legislatura del Congreso de la Unión se debe seguir trabajando en un marco jurídico que atienda una agenda de derechos en favor de las mujeres, como es el sistema nacional de cuidados que significaría que las próximas generaciones tengan igualdad de oportunidades y sea el eslabón para que las mujeres salgan de la pobreza e incluso del círculo de la violencia.

En América Latina, el 65% de los hogares que están en situación de pobreza son encabezados por mujeres. De acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística, Inegi, en México, hay 35.2 millones de mujeres de 15 años o más que han tenido al menos un hijo, de las cuales el 7%, más de cuatro millones son madres solteras.

Es importante ir rompiendo la actual distribución social basada en roles de género, porque el cuidado se asumió como una responsabilidad de las mujeres en el hogar, sin embargo, a partir de los cambios culturales, estructurales y familiares que se han registrado a lo largo de las últimas décadas, ya no es viable una organización social de cuidados que repose en la responsabilidad de las mujeres.

Las brechas siguen siendo importantes en el tiempo que las mexicanas dedican al cuidado de personas de la tercera edad, niños y enfermos, 20.1 horas a la semana, frente al de los hombres que significa 11.3 horas; o el tiempo que ellas ofrecen a los quehaceres del hogar que es de 19.33 horas, frente a las 12.6 horas de los hombres, por ello, es urgente fomentar el aprendizaje temprano sobre la corresponsabilidad en las labores de cuidados y el hogar, la igualdad sustantiva y de oportunidades.

En América Latina, existe un caso exitoso, Uruguay que desde 2015 cuenta con un Sistema Nacional de Cuidados, en donde se ha conectado la inversión en una política de cuidados no solo como la consagración de un nuevo derecho para las personas, sino como una herramienta más para la lucha de la superación de la pobreza.

Una política pública de cuidados es necesaria porque alivia a las familias de esa carga de cuidados y permite darle oportunidades a cientos de miles de mujeres, que hoy no las tienen, para que puedan salir a trabajar, generar ingresos y de esa manera salir de la pobreza en la que hoy se encuentran.

Desde la Organización de las Naciones Unidas se ha señalado que la sociedad en su conjunto debe asumir su parte en los cuidados, comenzando por el Estado, como garante principal, incluyendo a las empresas, la comunidad y los hogares, en donde debe haber una corresponsabilidad de género que implica que tanto hombres como mujeres se responsabilicen por igual en la tarea de proveer cuidados.

Es importante que en el Senado de la República se retome el análisis de la reforma constitucional que contempla la creación de Ley General de Cuidados, aprobada por la Cámara de Diputados. La paridad de género en el Congreso de la Unión debe traducirse en impulsar marcos normativos de una agenda de derechos en favor de las mujeres; las leyes que se han aprobado han tenido un impacto positivo, pero no han sido suficientes para lograr un cambio social, porque las mujeres no queremos privilegios buscamos igualdad en derechos y oportunidades.