Rumbo a ser el patio trasero

Colocar un cinturón de contención policial migratorio a la altura del Istmo de Tehuantepec va a provocar que todos los migrantes individuales, en grupos pequeños o grandes, buenos y malos, se queden asentados en Chiapas y el resto vaya distribuyéndose, poco a poco, en los otros estados de la región.

Con esa medida, el gobierno federal estaría llenando de migrantes a Chiapas y al resto de la comarca, y nos estarían colocando como el patio trasero de la nación.

Es tan inviable y absurda la ocurrencia de autoridades de la 4ª Transformación de colocar ese dique en ese lugar, que más temprano que tarde, van a tener que corregir ese dislate político.

Se nota que es una ocurrencia más. Que fue una idea superficial porque no tiene argumentos que la hagan valer.

¿Cómo es posible que el gobierno federal vaya a poner un cinturón de policías de distintas corporaciones en la franja más angosta de la República Mexicana para tratar de frenar ahí a miles de centroamericanos que van huyendo de sus países de origen con la intención de ingresar a los Estados Unidos?

Esa propuesta, dada a conocer por la Secretaría de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, de facto está dejando a la intemperie a toda la región sur sureste de México y va a provocar que todos los migrantes que no puedan pasar esa franja policial van a quedarse en Chiapas, principalmente, y eventualmente podrán irse a partes de Oaxaca y Veracruz, o un poco más allá a Campeche, Yucatán o Quintana Roo.

El istmo de Tehuantepec es el área más angosta de la República Mexicana, entre el Océano Atlántico y el Océano Pacífico, cuenta con 215 kilómetros y es una zona rica en petróleo y en recursos maderables. También es una de las regiones con mayor presencia indígena del país.

Un día después de haberse reunido en Miami con su homóloga estadounidense Kirstjen Nielsen, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, anunció el miércoles reciente que el gobierno federal establecerá una especie de cinturón de contención de fuerzas federales en el istmo de Tehuantepec.

Con información recibida de labios de la alta funcionaria del gobierno de Donald Trump, Sánchez Cordero, ya de regreso en México, anunció que estaba formándose en Honduras una “caravana madre” de migrantes, llamada así porque pretendía reunir a unos veinte mil indocumentados, pero al día siguiente el gobierno hondureño respondió que no había elementos para poder suponer que eso estaba sucediendo.

La señora Sánchez Cordero ofreció otro dato relevante. Que Estados Unidos no aportará dinero para el nuevo plan de contención en el istmo. Faltaba más. Si Trump ha gritado a los cuatro vientos que México debería pagar por un muro que él está pidiendo a lo largo de los tres mil kilómetros de frontera. Ya parece que querrá aportar dinero para el frágil proyecto mencionado.

Sin embargo, dijo que la nación norteamericana sí va a apoyar con tecnología e inteligencia para detectar quién o quiénes podrían estar detrás de las famosas caravanas y quién o quiénes podrían estar involucrados con el crimen organizado o que puedan tener antecedentes penales.

Así las cosas.

Lo anunció como un gran cambio

“Vamos a ubicar nosotros las instalaciones migratorias, de Policía Federal, de Protección Civil y, armónicamente, con colaboración entre todas las instancias del gobierno federal, de tal suerte que tengamos la contención en el istmo de Tehuantepec. Ese va a ser el gran cambio”, apuntó.

Nunca ofreció más detalles de dicha pretensión y no tuvo siquiera idea de cuántos agentes van a ser destinados a dicha tarea. Sólo adelantó que eso no significa la militarización de la frontera con Guatemala ni su blindaje para no afectar la actividad económica de esas regiones.

Debemos recordar que el flujo de migrantes centroamericanos rumbo a Estados Unidos se ha multiplicado desde octubre del año pasado con la formación de caravanas procedentes de Honduras, Guatemala y El Salvador (el conocido Triángulo Norte) que han puesto en jaque tanto a autoridades mexicanas como estadounidenses.

Los miles de migrantes han saturado los albergues y los sistemas para solicitar asilo o refugio, sobre todo en la frontera norte de México.

Datos oficiales de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP por sus siglas en inglés) indican que las detenciones en la frontera entre Estados Unidos y México aumentaron a 66 mil 450 en febrero, 149 por ciento más que en el mismo periodo del año pasado, ante el incremento en la llegada de familias centroamericanas en busca de asilo.

López Obrador le ha apostado por el desarrollo de los países de origen y por facilitar visas de trabajo de centroamericanos.

Pero después y tal vez por presiones estadounidenses, dio marcha atrás. Canceló la entrega de visas humanitarias, pero ya había entregado más de quince mil de ellas cuyos portadores pudieron transitar, libremente y sin que nadie los molestara, a lo largo del país hasta llegar a la frontera con EU.

Ahora le está apostando a dar permisos de visitante más controlados y que, además, esos permisos sólo permiten al migrante radicar y trabajar en el sur de México. La crisis en ese sentido parece ir de menos a más.

De boca en boca

La policía chiapaneca realizó el tercer desalojo de un predio ocupado ilegalmente por miembros del MOCRI, eso en menos de tres semanas. Fue el reciente jueves, en el predio Las Brisas-Loma Larga en el ejido Francisco I. Madero de Tuxtla Gutiérrez. Los policías recuperaron 28 hectáreas que habían sido invadidas desde marzo del año pasado, hace exactamente un año. En esta ocasión no hubo incidentes. Fueron detenidas 35 personas. Son quince mujeres y veinte hombres, entre ellos un nicaragüense. El gobierno estatal volvió a anotarse un punto a su favor porque está enviando señales de que va en serio su estrategia de abatir la impunidad.

alexmoguels@hotmail.com