Aún vendrá lo peor, dice SS

Las tres semanas de alta intensidad de contagios de coronavirus, que aún vienen para Chiapas, cayeron como baldes de agua fría sobre nuestras “ya casi delirantes” cabezas, que están así por tantos días de confinamiento forzado, por tanta información oficial incierta, por tantas actitudes, también oficiales, erráticas y por tantas ilusiones frustradas de que la pandemia tal vez iba a ser menos estresante de lo que ha sido.

Las conferencias vespertinas de Hugo López-Gatell que deberían servir para mantener bien informada a la sociedad mexicana, han servido justamente para lo contrario, porque ese subsecretario de Salud dice una cosa por las tardes y su jefe, el presidente López Obrador, dice otra muy distinta a la mañana siguiente.

El propio Gatell se ha contradicho muchas veces: en una ocasión dijo en una conferencia mañanera que lo mejor hubiera sido que el presidente López Obrador se contagiara de coronavirus porque su fortaleza física le iba a permitir vencer a la enfermedad y después quedaría inmune.

Dijo eso a sabiendas de que no hay certeza científica de la inmunidad de un enfermo curado, de que el primer mandatario ya ha sobrevivido a un infarto y ya corresponde a la tercera edad, lo que lo coloca en uno de los grupos vulnerables a las fatalidades del Covid19.

En esa misma conferencia, haciendo uso de un galimatías del que difícilmente pudo salir bien librado y elogiando en grado sublime a su jefe máximo para que satisficiera sus deseos de seguir recorriendo el país a pesar de que ya estaba avanzada la epidemia, señaló, para risa de muchos, que el presidente poseía una fuerza moral y no una fuerza de contagio.

Varias semanas después de esos grandes e insalvables gazapos, Gatell estiró la liga, hasta cuando ésta estuvo a punto de reventarse, para declarar la tercera fase de contagios a nivel nacional y desestimó el uso de cubrebocas a más no poder, algo que fue tomado como un absurdo porque si bien el tapabocas sólo podría ser de utilidad al ciento por ciento para una persona enferma, tampoco le hará daño a una persona sana.

No tuvieron que pasar muchos días más para que volviera a enredarse en sus cálculos para las fechas de mayor intensidad de contagios y estuvo diciendo, durante algún tiempo, que eso iba a ocurrir entre finales de abril y principios de mayo, hasta que finalmente se convenció que eso iba a suceder a nivel nacional a partir del seis de mayo. Pero luego dijo que no, que eso iba a ocurrir a partir del 8 de mayo. Otro error.

Sin embargo, poco después tuvo que corregir y explicó que esa fecha iba a ser precisa sólo para las cinco regiones con mayor índice de contagios a nivel nacional: Ciudad de México, Estado de México, Baja California, Quintana Roo y Tabasco.

O sea, que quienes vivimos en las demás regiones nos quedamos “chiflando y en la loma”. Nos han dicho hasta el cansancio y de eso muchos estamos plenamente convencidos, de que las estadísticas tienen un altísimo grado de confiabilidad. Luego entonces, la deducción a la que uno llega es que fallaron los cálculos de Gatell.

Ahh, pero eso sí. El señor Gatell anduvo recitando poesías con motivo del 10 de mayo y anduvo dialogando, a larga distancia, con niños con motivo de los festejos del 30 de abril.

A lo que quiero llegar es a lo siguiente: Confusión, tras confusión, tras confusión, con la información errónea y las conductas erráticas del gobierno federal para atender la pandemia del Covid19.

La suma de todo eso ha generado incertidumbre e incredulidad, cuando lo que debería predominar en estos momentos difíciles es justamente lo contrario: certidumbre y confianza en las autoridades.

Pero bueno. Eso nos tiene ahora a los chiapanecos sumidos en la frustración de que lo peor aún está por venir. No nos queda de otra: apechugar, cuidarnos y tratar en forma individual de preservar, a toda costa, nuestra salud.

Podría ser una arbitrariedad

Algo que parece ser un absurdo enorme, ya está sobre la mesa de discusión nacional la propuesta morenista:  que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) debe tener la facultad constitucional de entrar a los hogares mexicanos, sin ningún impedimento legal, para revisar el patrimonio inmobiliario y financiero de todas las personas. ¿Se habrá visto antes en México tales intentos de arbitrariedad contra todos los ciudadanos?

Eso ya de por sí se antoja como algo muy grave, pero quizá lo peor es que tal propuesta proviene del presidente interino del Comité Ejecutivo Nacional de Morena.

La propuesta sugiere que en México hay miles de millones de dólares que constituyen una riqueza totalmente inobservada y que ya no es posible dar solamente cuenta del ingreso y el gasto de las familias mexicanas y de las personas en lo individual, sino que ahora se demanda, con urgencia, medir también la desigualdad y la concentración de la riqueza.

Los sorprendente es que los morenistas quieren facultades constitucionales para estar espiando cuáles son los bienes materiales de todos los mexicanos.

El absurdo no termina ahí nada más. Dice que el INEGI debe tener acceso también a las cuentas del Servicio de Administración Tributaria y a toda la información financiera de las personas.

Su mayor argumento es que el diálogo y el Acuerdo de Unidad y de Solidaridad Nacional tienen que reconstruirse. Que la magnitud de la emergencia económica y sanitaria así lo demanda. El punto de partida y el desenlace de las nuevas reglas de convivencia social es, sin lugar a dura, el tema del bienestar.

En palabras más sencillas, alguien podría descifrar el mensaje. El señor líder nacional de Morena, el partido del presidente, está tratando de buscar mecanismos para obtener más dinero vía impuestos para mantener los programas sociales del gobierno federal, sin importarle siquiera que eso estaría violentando los derechos fundamentales de los mexicanos.

alexmoguels@hotmail.com