Mírenme. Obsérvenme. Soy presa de la angustia. Me tiemblan las manos y tengo la frente perlada de sudor. El corazón me late más aprisa y siento calambres en el píloro. Eso se debe a que voy a decir algo que con todas las potencias de mi ser quisiera no decir. Sucede sin embargo que tengo la firme convicción de que la mayor fidelidad del hombre ha de ser consigo mismo. Y lo que a continuación escribiré es lo que pienso. Pienso que la postura de nuestro Gobierno en el caso de Venezuela es la correcta. La Doctrina Estrada de no intervención podrá parecer -y ser- obsoleta y anacrónica, pero hoy por hoy es el principio constitucional que rige nuestras relaciones internacionales, y a esa norma debemos atenernos so riesgo de exponernos nosotros también a intervenciones extranjeras como las que otrora hemos padecido. Hago una pregunta a la cual yo mismo doy respuesta. ¿Por qué Estados Unidos es el único país del mundo en el que no ha habido nunca un golpe de estado? Porque Estados Unidos es el único país del mundo en el que no hay embajada americana. Nicolás Maduro es un tirano, un obtuso dictador que tiene aherrojado a su país y lo ha llevado a la miseria. Quien llame asesino a ese ruin déspota no incurrirá en mentira. Pero la abierta intervención de Trump para hacerlo caer lo está fortaleciendo en el interior de Venezuela en vez de debilitarlo. Anastasio Somoza García fue sátrapa de Nicaragua en tiempos de la Segunda Guerra. De él dijo Franklin D. Roosevelt: «Podrá ser un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Maduro no es bien visto por el gobierno americano, atento más a su interés -en este caso el petróleo de Venezuela- que a la defensa de los derechos humanos, tema que lo ha tenido sin cuidado tratándose de otros regímenes dictatoriales a los que ha dado apoyo. En ese contexto, y ante la actitud de Trump, México debe mantener la postura que le ha permitido defender su soberanía y libertad en asuntos de política internacional frente al poderoso país que tenemos de vecino. A pesar de ir contra la corriente general el gobierno de AMLO está actuando bien en este caso. Es lo que pienso, y como lo pienso lo digo. Muchos opinarán que México está apoyando a Maduro y a su dictadura, pero lo que está haciendo es observar un principio tradicional de su diplomacia. Mientras ese principio no se cambie ha de aplicarse. Ciertamente en ocasiones la neutralidad es injusticia. Pero no se puede condenar una ilegalidad y condonar otra. El pueblo venezolano es el único que puede decidir su destino. Y más temprano que tarde lo decidirá. ¡Cuántas cosas suelen suceder en una noche de bodas! Más, muchas más que las que suceden en el día de la boda. El joven Candidito contrajo matrimonio con Pericia, muchacha con bastante ciencia -y arte- de la vida. Antes de consumar el himeneo el desposado tomó por los hombros a su flamante mujercita, clavó en ella una mirada inquisitiva y le preguntó, solemne: “Dime: ¿soy yo el primer hombre con quien has ido a la cama?”. Respondió ella: “Posiblemente sí. Cuando te vi por primera vez tu rostro me pareció conocido”. Un señor pasó a mejor vida. En su sepelio el orador fúnebre hizo su elogio: “Por fuera era de seda; por dentro de firme acero”. Pasaba por ahí un borrachito y exclamó: “¡Uta! ¡Están enterrando un paraguas!”. Don Astasio le avisó a su esposa Facilisa que esa noche llegaría tarde a su casa pues tenía mucho trabajo en la oficina. Lo terminó temprano, sin embargo; regresó a su domicilio y encontró a su esposa entrepernada con un desconocido. Antes de que el mitrado pudiera pronunciar palabra le dijo la señora: “Tú tienes la culpa de esto, Astasio. Si dices que vas a llegar tarde, llega tarde”. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

Me habría gustado conocer a lady Farrah.

Estuvo casada 40 años con lord Farrah. Cuando el señor murió milady esperó unos cuantos meses, les dio a sus hijos la parte de herencia que les correspondía y luego se casó con su chofer, al que doblaba la edad.

Sus amigas le decían:

-Ese hombre se casa contigo por tu dinero.

-¿Y qué? -respondía ella-. Yo me casé con Farrah por el suyo.

Viajó por el mundo en compañía de su cachorrito (así le decía a su nuevo marido). Todas las mañanas salía del lecho con una sonrisa y canturreando. Se compraba lo que le venía en gana y le compraba a su marido lo que a ella le venía en gana.

Cuando su procurador le informó, inquieto, que el dinero se le estaba acabando despidió al chofer y fue a vivir en un convento al que antes había favorecido con largueza y donde se le recibió con agradecimiento. Ahí murió, y ahí fue sepultada en una humilde tumba cuya lápida muestra sus iniciales, nada más.

Me habría gustado conocer a lady Farrah. Supo vivir y supo morir. Ambos saberes son difíciles.

¡Hasta mañana!...

Manganitas.

Por AFA.

“. Médicos usarán robots.”.

Desean lectores varios

que ese adelanto se vea,

pero con tal que no sea

pa’ cobrar los honorarios.