Fichas VS Corcholatas

La “Pasarela” de 1988

Imaginemos un tablero de ajedrez singular, esto es sin las bellas figuras que sirven para la movilidad y culminación del juego sabio. En su lugar pondremos las corcholatas con los símbolos de la TTTT, por un lado, y algunas fichas no marcadas con la unión de la causa opositora, por lo tanto negras, aunque el otro bando no pueda presentar las blancas sino solo grises.

Por el lado de la TTTT, tenemos al rey de las encuestas, Marcelo Ebrard, y a su lado, jalándole las orillas, la reina que no es sino marioneta, Claudia Sheinbaum. A sendos lados de los grandes protagonistas se colocan los alfiles, Ricardo Monreal Ávila –gran amigo de Marcelo y listo para contender si le va mal por la jefatura de la Ciudad de México-, y el célebre “changoleón”, Gerardo Fernández Noroña, quien hizo fortuna desde sus primeras apariciones en público cuando, recostado sobre la acera para impedir la salida del convoy residencial del Palacio Nacional, le dio un puñetazo al entonces presidente Zedillo quien había descendido de su vehículo para intentar mediar con el pandillero. Lo demás es historia.

Los caballos en este caso son yeguas para acompañar a al títere Claudia en sus deslices: Tatiana Clouthier, quien arrastra su apellido por los pantanos de Morena, y Rosa Icela Rodríguez Velazquez, la custodia de la seguridad pública incapaz de dar resultado alguno: los dos flancos están muy blandos. Y para cerrar la segunda línea tenemos a las dos torres que, por cierto, son tan viejas que arecen estar por derrumbarse: el renegado Porfirio Muñoz Ledo y, por supuesto, el ícono de la anticorrupción –según solo AMLO-, Manuel Bartlett, especialista en el espionaje y buen asesino francotirador. Tal es el team soñado por López IV para defender su bastión y con el delicado Mario Delgado encabezando a los peones.

Al otro lado del tablero están los ficheros –en femenino no me atrevo a nombrarlas-, con el rey de las mil batallas y recordman de derrotas, Santiago Creel Miranda; a su lado la reina de las sonrisas Colgate, Maru Campos, dispuesta a colocarse por encima de todos buscando el visto bueno de su principal “enemigo”, Andrés. A sus lados observamos a los alfiles, uno de genética corrupta, Enriquito de la Madrid, cuya estirpe podrida nos conduce al neoliberalismo empobrecedor; y otro que, al contrario, basa su altura en la herencia y su apellido, Luis Donaldo Colosio.

La caballada abunda pero ninguno de los jamelgos escogidos corre ni es capaz de alcanzar a sus competidores: Francisco García Cabeza de Vaca, veloz como los sicarios del narcotráfico, y Jesús Ortega, famélico al igual que las riendas desgastadas del PRD. Ni uno ni otro sirven para una carrera firme. Y no digamos las torres de vigilancia: Enrique Alfaro y Samuelito García, ambos muy activos en el desafío con los fantasmas y las entelequias... así como el antiguo jinete ahora detrás de las rejas, Jaime “El Bronco”.

Entre la peonería destaca Lily Téllez, de bravos discursos y escasa acción, dirigida por un triunvirato de escasa reputación: Marko Cortes, Jesús Zambrano y el polluelo adulto a quien le sobra el mote de Alito. La estrategia fijada consiste en desaparecer a la línea segunda para dejar pasar a alguno de los de la primera, precisamente a los peones de pacotilla; no a Lily precisamente.

El tablero, claro, es México y presenta hondonadas tan profundas que, a cada rato, se pierden las corcholatas y las fichas y debe colocarse de nuevo entre los vaivenes cotidianos de una geografía hollada por los verdaderos dueños del paisaje, los narcotraficantes, el mesías de Macuspana y sus aliados trasnacionales. No hay diversión, dicen, sin obstáculos.

Muchas son las tentaciones; pero jamás me acercaría a este minado ajedrez. ¿Y ustedes?

La Anécdota

En 1987 no había “destapador” pero seguía hablándose del “dedazo”. Por ello, Miguel de la Madrid, mandó a sus “tapados” a realizar una pasarela inútil porque él ya sabía quién iba a ganar el juego: Sergio García Ramírez, Miguel González Avelar, Ramón Aguirre Velázquez, Alfredo del Mazo, Manuel Bartlett –entonces más priista que el PRI-, y Carlos Salinas de Gortari. Los seis tuvieron oportunidad de hablar tras una pasarela muy al gusto del señor De la Madrid de indefinidos gustos sexuales... pero ya estaba escrito que Salinas sería el agraciado.

Fue así como, en vez de ajedrez, tuvimos un singular desfile de modas que culminó en el mayor fraude electoral de la historia moderna con los auspicios del miserable Bartlett.

loretdemola.rafael@yahoo.com