Fraudes al revés

Trampas de AMLO

En el transcurso de la historia los fraudes electorales, en México o en cualquier región del planeta, provienen de los órganos gubernamentales, sobre todo en aquellos países en donde los órganos comiciales están bajo control de las dictaduras, las consolidadas -digamos las de Venezuela o Cuba-, que las de facto -como ha sido el caso de México con una tendencia cada vez más agravada-.

Que se sepa nunca ha sido la oposición a las administraciones gubernamentales las promoventes de los fraudes durante los ejercicios democráticos sino, por el contrario, desde los frentes en rebeldía política suenan las voces de quienes observan cómo se mancilla la voluntad popular. En nuestro país, por ejemplo, en el último cuarto de siglo las protestas se han dado a través de quien ha sido candidato a la Presidencia por más tiempo: Andrés Manuel López Obrador. Es él quien más se ha quejado, reiteradamente, por decirse víctima de los arreglos cupulares que, según alega, le arrebataron la Presidencia, sobre todo en 2006 y en menor grado en 2012. De allí el rencor recalcitrante contra Felipe Calderón quien, sudoroso y tartamudeando tras la jornada electoral, salió a proclamarse vencedor bajo el estruendo del escándalo. Imposible olvidarlo.

Recuérdese que en aquel momento el candidato panista no gozaba de las simpatías del presidente Vicente Fox quien, sin embargo, acabó apoyándolo para evitar así el triunfo de López en las urnas que ya preveía; de allí el absurdo del juicio de procedencia que fue tan solo un arrebato porque el presidente, como se lo pedían los legisladores del PRI y el PAN, no accedió a iniciar los procedimientos jurídicos para inhabilitar al rijoso e incluso ponerlo detrás de las rejas. Luego, ya despojado de la banda tricolor, reconocería Fox, con cierta fanfarronería, que sí había actuado con todo el poder para zancadillear al peligroso Andrés.

Tales son los precedentes que obligaron a Xóchitl Gálvez, la abanderada opositora, a señalar que se preparaba una “elección de Estado” basándose, sobre todo, en hechos tan evidentes como el descarado apoyo desde el Palacio Nacional, el manejo indiscreto e incluso insolente de las encuestas amañadas, y el despliegue publicitario que dio origen, desde el principio, a que el cobarde excanciller Marcelo Ebrard, morenista y adicto al mandante pelafustán, hablara de que no había piso parejo y se quejara del desventurado desequilibrio en el primer proceso encuestador. Luego callaría y finalmente acabaría como adherente de Claudia Sheinbaum en busca de una pírrica posición en el Senado.

Entre medrosos y mediocres es una tradición recular de esta manera contraria a toda moral política y acaso en busca de resbalones de la beneficiaria presidencial para tomar una estafeta perdida. No ha sido así y esto ya parece irreversible y hasta peligroso dado el clima de violencia y de tensión que evidencian la ausencia de controles oficiales y la crecida del inevitable “palomeo” de los grandes sicarios del narcotráfico detrás de los candidatos como buitres. Si hay que ponerle el cascabel al gato tendremos que mencionar a Ismael “El Mayo” Zambada quien, a sus 76 años, no ha sido jamás detenido pese a sus paseos por el centro de Culiacán y otras ciudades del norte del país con absoluta impunidad; lo mismo en la capital de la República.

Por ello resultan absurdas las quejas reiteradas del mandante López y la marioneta Sheinbaum en el sentido de que es la “oposición” y el poder judicial quienes están preparando las condiciones para un “golpe de Estado técnico”, teoría que ha mantenido Andrés más de cien veces en sus desquiciadas mañaneras. Si existiera tal intención, es el momento de exigirle no solo las pruebas sino que procedan contra los pretendidos grupos golpistas, los de la mafia que él sostiene existe, porque si se comienza a citar a los empresarios con capacidad económica para fraguar un escenario como el que plantea, entonces sus voceros, como el infeliz y mentiroso El Pigmento Ibarra, se derrumban y quedan en el más espantoso de los ridículos.

Si entre los supuestos “golpistas”, listos a preparar un fraude electoral, no se señala a Carlos Slim, Germán Larrea Mota-Velasco, los herederos Baillères, Ricardo Salinas Pliego -a quien le han dispensado millones de pesos en impuestos por obra y gracia de ¡la Suprema Corte de Justicia!-, los Hank y otros y otras multimillonarios (as), no tiene sentido alguno insistir en que son medianos inversionistas los conjurados. Solo un imbécil puede pensar así si aceptamos los costos que tendría semejante proyecto desestabilizador.

Lo mismo sucede cuando se acusa a Claudio X. González de organizar las manifestaciones ciudadanas que llenan el Zócalo y calles aledañas en la Ciudad de México lo mismo que en 120 ciudades del país, cuando es evidente que las convocatorias rebasan a este personaje quien no es, siquiera, uno de los millonarios que exhibe la popular revista Forbes. Solo ingenuos o beneficiarios del atroz régimen actual pueden insistir en el cinismo galopante de los seguidores de AMLO en su afán de justificar todo aquello que carece de fundamentos y se expresan, por ende, sin ninguna base salvo el pretendido impulso a la manipulación.

El descaro no tiene límites: lo que buscan el mandante, Morena y su marioneta en campaña, es acusar a los “otros” de lo que pueden estar fraguando ellos dados los reveses de la última, repetidora obsoleta de cuanto dice su icono, incluso si se llega a la terrible situación de anular los comicios del próximo 2 de junio como ha insinuado el pandillero de Palacio en funciones de jefe de campaña y no de presidente, un cargo que definitivamente le quedó no solo muy grande sino como una sepultura histórica para su inexistente proyecto de la 4T.

Y en estas arenas movedizas estamos.