Cacería de migrantes; atentado a la Iglesia Católica

En los días en que en la Frontera Sur de México con Centroamérica, se ha desencadenado por parte del Gobierno de la República, una frontal cacería de migrantes del Istmo Latinoamericano y en general provenientes de 55 países del mundo, que desde siempre han ingresado por la porosa e imaginaria línea divisoria con Guatemala, para dirigirse a Estados Unidos, ocurre este fin de semana un atentado criminal contra la Iglesia católica, en el interior de la parroquia de Acacoyagua, de la Región Soconusco, con saldo de un muerto por bala.

Y aunque los responsables de la Seguridad Nacional todavía no se ponen de acuerdo en la fecha en que arribarán a la entidad, los seis mil elementos de la recién creada Guardia Nacional, por la mañana del sábado 15 de junio, llegarían por la vía aérea 400 agentes de la Policía Federal, que en los siguientes seis meses actuarán de de manera encubierta, utilizando uniformes del Instituto Nacional de Migración, integrándose de inmediato a las tareas de persecución y aseguramiento de miles de extranjeros   

Todo un drama en los municipios fronterizos de Chiapas, al observar sus pobladores que aquellos seres humanos, principalmente niños, adultos y ancianos procedentes de Honduras, Cuba, Africa, Haití, El Salvador y Guatemala, que hasta hace poco no solamente eran bienvenidos, sino que incluso, se les  proporcionaban autobuses con aire acondicionado y alimentos para desplazarse a Tijuana, Ciudad Juárez y otras ciudades de la Frontera con Estados Unidos, hoy son acosadas y considerada personas no gratas.

La Guardia Nacional no ha está aún presente y tampoco se tiene fecha para su entrada en operación, no obstante el compromiso firmado hace casi dos semanas en Washington, por el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaoubon, de establecer un cerco militar en la Frontera Sur, con miembros de la GN, integrado por soldados del Ejército Mexicano y tropas de la Secretaría de Marina.     

Hay enojo entre la población extranjera que sigue fluyendo sin ningún tipo de control migratorio ni sanitario, porque saben que a diferencia del pasado reciente, actualmente corren el riesgo de ser detenidos lo mismo en los caminos de extravío, que en las carreteras que conducen como primer contacto importante, a Tapachula, donde existe el Centro de Atención Migratorio más grande e importante del país, de la Secretaría de Gobernación, así como en las rutas de la montaña, altiplano y selva.

Aseguramientos crecientes, que saturan las instalaciones “siglo XXI” del INM, con capacidad para 500 seres humanos cómodamente instalados, pero que dada la emergencia del desbordamiento de migrantes, es ocupado hasta por tres mil personas, conformadas por cubanos, africanos, hondureños, salvadoreños y guatemaltecos.

Movilización de los indocumentados a sus países de origen, sea por la vía aérea o terrestre, aunque varios miles de africanos se mantengan en espera de su deportación, dados los elevados costos de su transportación hacia el Continente Negro.

Atropellos de las fuerzas de seguridad federales, que lleva nuevamente al obispo Jaime Calderón Calderón, titular de la Diócesis de la Iglesia Católica en Tapachula, a elevar su voz para exhortar “a nuestros gobernantes a la coherencia entre lo que dicen y hacen y a no dejarse llevar por amenazas o intimidaciones”, en clara referencia, aunque sin dar nombre, a los chantajes que mantiene contra México el Presidente estadounidense Donald Trump.

Mensaje contundente del alto jerarca religioso de la Frontera Sur, horas después del atentado cometido por dos jóvenes aparentemente migrantes ilegales, que ingresaron armados a la parroquia de San marcos Evangelista, en la costeña ciudad de Acacoyagua, distante una hora y 20 minutos de Tapachula.

Sumamente consternado, pues nunca en la historia de la Iglesia Católica de Soconusco había ocurrido una agresión de esta naturaleza, manifestaría: “Con profunda tristeza y consternación les comunicamos que hemos sido víctimas de la violencia generalizada que se vive en el País. Ayer hacia el medio día las hermanas Catequistas estaban finalizando un curso en la capilla de la Inmaculada Concepción de la parroquia de San Marcos evangelista, municipio de Acacoyagua, Chiapas, cuando dos jóvenes, llegados hasta el final y sentados, sacaron sus armas y empezaron a disparar.

“Lamentablemente uno de los proyectiles alcanzó a Margeli Lang Antonio, catequista de niños de esa parroquia, muriendo instantes después del ataque. Las indagatorias han comenzado en el lugar de los hechos y exigimos que lleguen hasta dar con los responsables. Nos unimos al dolor de los familiares y de la parroquia de San Marcos Evangelista.

“Nuestra familia Diocesana jamás ha de acostumbrarse a estos hechos y mostramos nuestra preocupación y rechazo antes estos signos lamentables de descomposición social y moral de la comunidad humana”.

Crítica severa de monseñor Calderón Calderón, este domingo 16 de junio en la Catedral de San José, a quienes no quieren ver  los migrantes como hermanos, como iguales. “Ciertamente las condiciones económicas y políticas de nuestro país no nos ayudan a tender una mano amiga a los que pasan por nuestro territorio, pero la generosidad y hospitalidad del pueblo mexicano nos ha abierto las puertas en otros países también”, reconocería.

Sin que hasta la noche del domingo, algún grupo se haya responsabilizado del crimen y de la excesiva violencia manifestada en el templo católico, las autoridades judiciales estatales y federales, realizaban los retratos hablados de los asesinos, apoyados por quienes presenciaron le impune agresión.

Lo acontecido, en principio se asemeja a una imitación de los sucesos violentos registrados en los últimos años y meses, en diferentes ciudades de la Unión Americana, de este tipo de agresiones armadas, aunque en Acacoyagua, el saldo fue mínimo, si se considera que al mediodía, el número de niños que ahí se encontraban recibiendo clases de catecismo, era elevado.

Pero también no se soslaya que haya sido realizado por sicarios contratados por las mafias internacionales de trata de personas, como respuesta al gobierno del Presidente Andrés Manuel López Obrador, por su radical cambio en el tratamiento de los extranjeros indocumentados, como resultado de sus negociaciones con La Casa Blanca.

Los testigos que vieron a los asesinos, a su llegada al templo, han empezado a colaborar para crear los retratos de los dos jóvenes, que antes de accionar sus armas, observaron el entorno de lugar, para luego darse a la fuga a bordo de dos motocicletas sin placas.

Hermetismo oficial sobre el caso que involucra a los católicos chiapanecos, que desde el inicio de las “caravanas del hambre” en octubre de 2018, se han mostrado solidarios con los migrantes, aunque hayan cambiado también su conducta por la violencia extrema propiciada por delincuentes “maras” que han infiltrado en este éxodo y han provocado junto con cubanos y africanos, vandalismo que ha quebrantado el Estado de Derecho mexicano.

Presencia sin control que lleva a la impunidad, por el contubernio que se ha fortalecido entre las bandas enemigas “salvatrucha 13 y barrio 18”, con autoridades policíacas de los tres niveles de gobierno, al permitirles no solamente el tráfico sino la venta en menudeo de todo tipo de estupefacientes desde Ciudad Hidalgo, Tapachula, Huixtla, hasta Arriaga en la Costa de la entidad.

Secreto a voces que dirige sus señalamientos a los centros de operación en los fraccionamientos populares, donde están plenamente identificados los centros de distribución, a los que llegan taxistas y jóvenes con mochilas para adquirir los productos.

Una realidad paralela al problema migratorio que ha venido a crear una cortina de humo y de distracción, como el del envío de la Guardia Nacional, que se espera actúe, no únicamente para coadyuvar en las tareas de control de los miles de extranjeros ilegales, que día y noche ingresan a territorio chiapaneco-Mexicano, sino también para poner un alto a toda esta actividad del crimen organizado en la segunda ciudad más importante de Chiapas y municipios colindantes con Guatemala.

Preocupación que igualmente se hace pública, por parte de la Conferencia del Episcopado Mexicano, “por la falta de acogida verdaderamente humanitaria a nuestros hermanos migrantes, que refleje nuestras convicciones en materia de reconocimiento y protección de los derechos de todos los seres humanos por igual”.

Su desacuerdo: “Desplegar seis mil efectivos de la Guardia Nacional en la frontera sur no es una solución de raíz que atienda a las verdaderas causas del fenómeno migratorio. El combate a la pobreza y a la desigualdad en México y en Centro América pareciera quedar sustituido por el temor ante el otro, nuestro hermano.

Posicionamiento en voz del presidente de la CEM, y arzobispo de Monterrey, Rogelio Cabrera, al manifestar que “si hemos rechazado como mexicanos la construcción de un muro no podemos convertirnos nosotros mismos en ese muro”.

El también ex obispo de la Diócesis de Tapachula y ex arzobispo de Tuxtla Gutiérrez, expresaría en tono conciliatorio: “Es del todo legítimo y necesario tomar decisiones valientes para evitar la imposición de aranceles a los productos mexicanos que se comercian con los Estados Unidos”.

Precisaría en el documento oficial del organismo cúpula de la Iglesia Católica Mexicana:  “En este sentido, celebramos se haya alcanzado este importante acuerdo, que evita graves e injustas afectaciones económicas a nuestro país, y animamos a los responsables de las negociaciones, para que el diálogo continúe y exprese los valores fundamentales de dos países democráticos: el respeto a los Derechos Humanos, la solidaridad entre los pueblos y el trabajo por el bien común de nuestra región”.

La petición formal de los obispos mexicanos,

para pedir a los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador, y de Donald Trump, de  hacer un compromiso permanente para privilegiar siempre el diálogo y la negociación transparente en las relaciones bilaterales, y no caer en la fácil tentación del chantaje o la amenaza, pues el bien de cada país se construye velando por el bien de toda la región. No hay futuro más que caminando juntos como hermanos que somos, solidarios y corresponsables.

Don Rogelio Cabrera López, subrayaría que “los obispos mexicanos y norteamericanos hemos reiterado en diversas ocasiones que deseamos colaborar con todas las iniciativas que permitan encontrar un camino de mayor seguridad y protección de los derechos humanos de quienes emigran, y que es nuestro deber alzar la voz cuando los derechos humanos son violentados. Así siempre ha sido y será”.

Golpe a la Iglesia Católica Mexicana y del mundo, en una humilde parroquia de la Costa de Chiapas, que las fuerzas de seguridad del Estado Mexicano, están obligadas en investigar, hasta llegar a los autores materiales e intelectuales, para evitar desde ahora nuevos hechos que propicien mayor zozobra en la Frontera Sur del país.

El asesinato-ejecución de la catequista Margeli Lang Antonio, es una mala señal dentro de la vorágine del problema migratorio. Surgimiento de una violencia extrema, que toma como nuevo blanco a la Iglesia Católica en una colindancia con Centroamérica cada vez más convulsa, por la falta de sensibilidad de las autoridades federales y el involucramiento de poderosos intereses foráneos.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y de Comunicadores por la Unidad A.C.