El discurso del “Golpe de Estado”

Seguramente que el general, Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, nunca se imaginó que su discurso pronunciado el pasado 22 de octubre durante un desayuno con los altos mandos en activo y retiro de la Secretaría de la Defensa Nacional y de la Fuerza Aérea, provocaría tal revuelo, que hasta sería considerado como de sustento para un golpe de Estado en México, por el mismo Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador.

Pero, qué fue lo que dijo el militar clave en el desmantelamiento del cártel de Juárez, de Amado Carrillo Fuentes, que tanto alteró al Primer Mandatario, que el sábado 2 de octubre escribiría en su cuenta de Twitter, en punto de las 11 de la mañana con 29 minutos:

“¡Qué equivocados están los conservadores y sus halcones! Pudieron cometer la felonía de derrocar y asesinar a Madero porque este hombre bueno, Apóstol de la Democracia, no supo, o las circunstancias no se lo permitieron, apoyarse en una base social que lo protegiera y respaldara.

“Ahora es distinto. Aunque son otras realidades y no debe caerse en la simplicidad de las comparaciones, la transformación que encabezo cuenta con el respaldo de una mayoría libre y consciente, justa y amante de la legalidad y de la paz, que no permitiría otro golpe de Estado”.

Gaytán Ochoa, quien cumplirá 70 años el próximo 22 de diciembre, sería el único orador del convivio presidido por el titular de la SEDENA, general Luis Cresencio Sandoval González, previa designación consensuada, donde en principio precisaría para despejar duda alguna: “Se me ha concedido la palabra para expresar ante ustedes, algunas preocupaciones que, en virtud de la situación actual, sin duda, compartimos todos los aquí presentes”.

Afirmaría: “Nos preocupa el México de hoy. Actualmente vivimos en una sociedad polarizada políticamente, porque la ideología dominante, que no mayoritaria, se sustenta en corrientes pretendidamente de izquierda, que acumularon durante años un gran resentimiento.

“Hoy tenemos un gobierno que representa aproximadamente a 30  millones de mexicanos, cuya esperanza es el cambio. Un cambio que les permita subsanar lo que ellos consideran un déficit del Estado para dicho sector poblacional”.

Quien tuviera bajo su responsabilidad las operaciones de Intercepción de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos contra la Salud de la Procuraduría General de la República, subrayaría:

“Sin embargo, es también una verdad inocultable, que los frágiles mecanismos de contrapeso existentes, han permitido un fortalecimiento del Ejecutivo, que viene propiciando decisiones estratégicas que no han convencido a todos, para decirlo con suavidad.

“Ello nos inquieta, nos ofende eventualmente, pero sobre todo nos preocupa, toda vez que cada uno de los aquí presentes, fuimos formados con valores axiológicos sólidos, que chocan con las formas con que hoy se conduce al país.

“Nos sentimos agraviados como mexicanos y ofendidos como soldados. Pero es imposible olvidar las experiencias del pasado, porque en los eventos donde existió la unidad nacional, el país pudo ver sus aspiraciones satisfechas y se construyeron los objetivos nacionales.

“En aquellos eventos donde dicho valor estuvo ausente, se perdieron territorio y soberanía, el pueblo resultó lastimado, la economía entró en crisis, y el país tuvo que emprender su recuperación, casi desde cero. Respetando el pacto social, así llamado por el francés Juan Jacobo Rousseau, y respetando nuestra propia normatividad vigente, no podemos soslayar que el hoy titular del Ejecutivo, ha sido empoderado legal y legítimamente. Aquí no estamos soslayando la situación real”.

Discurso con duración de no más de 15 minutos, del oriundo de la ciudad de México y egresado en 1965 del Colegio Militar como oficial del Arma de Caballería, con dos maestrías, la primera en Administración Militar en el Colegio de la Defensa Nacional, y la segunda en Administración Pública, otorgada por el Instituto Nacional de Administración Pública, el ex comandante del Area Altos del Agrupamiento de la Fuerza de Tarea Arcoíris, en Chiapas, durante el surgimiento del Ejército zapatista de Liberación Nacional, en 1994, advertiría:

“Pero estoy convencido que es mi deber, irrenunciable, mantener invariables los principios de honor, valor y lealtad para con el pueblo de México, si!, para con el pueblo de México. Lo refiero porque más de uno quisiéramos soluciones mágicas, o peor, drásticas, ante un entorno histórico que lo que requiere a gritos, es pacificar, educar y mantener sano a México. Tarea verdaderamente difícil, titánica si me lo permiten.

“En medio de todo esto, se encuentran los soldados, que siguen ofrendando incluso el sacrificio máximo por México.

Por ello reconozco que el alto mando sostiene hoy sobre sus espaldas, la muy alta responsabilidad de mantener cohesionado al país, de coadyuvar a su pacificación a la brevedad posible, de hacerlo todo con el menor costo social, y la mayor eficacia”.

El veterano militar de alto rango preguntaría tanto al general secretario como a sus compañeros de la Defensa Nacional: ¿Quién aquí cree que ello es fácil? ¿Quién aquí duda de que se está realizando, desde el Ejército y la Fuerza Aérea, el mejor esfuerzo?

“¿Quién aquí ignora que el alto mando enfrenta, desde lo institucional, a un grupo de “halcones” que podrían llevar a México al caos y a un verdadero estado fallido?”.

Palabras avaladas del general Carlos Demetrio Gaytán Ochoa, por una trayectoria de 50 años de servicio, en los que sería en el sexenio de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, subsecretario de la Defensa y se especializaría en Administración de Adiestramiento en la Escuela de las Américas del Ejército de Estados Unidos, en el Fuerte Gulick, de Panamá, además de encabezar la reestructuración administrativa de la Secretaría de la Defensa Nacional, que calarían hondo en el ánimo del titular Luis Cresencio Sandoval González:

“He hablado cuidando mis palabras. A pesar de los avatares mencionados, he tratado de mantenerme dentro de la disciplina a la que estoy obligado, y reitero mi lealtad irrenunciable a México. Para terminar, reconozco, que no soy quien para hacerlo, ya que están presentes también mis comandantes, mis maestros y mis antiguos compañeros”.

Discurso aprovechable periodísticamente y para conocimiento pleno de la opinión pública, por su trascendencia extraordinaria y por mismo histórica, de quien fuese también parte del Estado Mayor de la SEDENA, donde fue jefe de las Secciones Novena (Doctrina Catrense), y de la Décima (Operaciones contra el Narcotráfico), además de comandante de diversas Zonas Militares del país.

Al concluir el mensaje inusual, sería ovacionado por sus compañeros de armas, sobre todo cuando pediría a todos “el respaldo y la solidaridad para mi general secretario, Luis Cresencio Sandoval, y desde luego pongo a su entera disposición mis conocimientos, por pocos que sean, y mi experiencia acumulada durante 50 años de servicio, para lo que a bien tenga determinar”.

El encuentro de las cúpulas de la Defensa Nacional y de la Fuerza Aérea, se daría cinco días posteriores al fracaso del Gobierno Federal, en Culiacán, Sinaloa, donde después de cuatro horas de detener a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín “el chapo” Guzmán Loera, encarcelado en Estados Unidos, lo liberarían previa negociación para evitar que los integrantes de distintos grupos del cártel de Sinaloa, cometieran una masacre en una unidad habitacional del Ejército Mexicano, donde habían mujeres y niños.

Pero la primera reacción del Presidente Andrés Manuel López Obrador a lo expresado por el general Gaytán Ochoa, ocurriría el jueves 31 de octubre, durante su conferencia de prensa matutina en Palacio Nacional, en la que diría: “Confío en la lealtad del Ejército. Que le puedo decir a este general, que respeto su opinión, pero no la comparto, y que tienen toda la libertad para expresarse y manifestarse”.

Malestar evidente del Jefe del Ejecutivo Federal, contra el divisionario, al descalificarlo por sus expresiones, subrayando que “el ex subsecretario de la Defensa de Calderón Hinojosa, tiene una visión distinta a la que mantiene el actual gobierno”, recordando que durante la Administración 2006-2012, “se desataron los mayores índices de letalidad en el país. Había más muertos que heridos y detenidos en enfrentamientos y fue también cuando perdieron la vida más militares, fue cuando inventaron los daños colaterales”.

Refutaría en tono agraviado: “la política de mantener una guerra contra el narcotráfico y de violación a los derechos humanos terminó. No se va a seguir aplicando. Si él argumenta que hay inconformidad al interior del ejército por la aplicación de la nueva política, es comprensible porque durante mucho tiempo se aplicó esa política de exterminio, de represión, que nosotros no vamos a llevar a cabo.

“En ese tiempo decían los de mero arriba del ejército, por allá donde andaba este general, le decían a los oficiales de los operativos ustedes hagan su trabajo y nosotros nos encargamos de los derechos humanos. Es natural que el general Gaytán Ochoa y otros estén inconformes con la nueva política que lleva a cabo su gobierno”.

Descartaría López Obrador, los riesgos de fracturas en el Ejército Mexicano, luego del discurso del general Gaytán Ochoa, “porque la institución armada es leal al pueblo de México. Es un ejército surgido después de un golpe de Estado, un ejército distinto a los ejércitos de otros países, es un ejército que tienen como comandante supremo al Presidente de la República. No tengo la menor desconfianza del ejército al contrario cuento con el apoyo, con su lealtad del ejército”.

Vendría entonces el sábado 2 de noviembre, su mensaje en Twitter, donde nuevamente haría referencia al discurso respaldado por los mandos de la Defensa Nacional y Fuerza Aérea, afirmando que como Presidente

cuenta actualmente con el respaldo de la mayoría de los mexicanos que evitarían un golpe de Estado.

Volvería a la carga el lunes 4, para reprobar el mensaje crítico del militar, calificándolo de “imprudente y poco mesurado”, y que lo ocurrido el pasado 17 de octubre en Culiacán, “sacó a flote la mentalidad conservadora y autoritaria que se estableció en diversos sectores de la sociedad durante el período neoliberal”.

Una tormenta artificial fraguada como parte de los permanentes mecanismos de distracción, orquestados desde Palacio Nacional, por los sesudos asesores del Presidente de la República, que nunca se imaginaron que la supuesta confrontación de López Obrador con el Ejército, sería borrada de un plumazo por los despiadados acontecimientos ocurridos la madrugada de ese día, en los límites entre Sonora y Chihuahua, con saldo de nueve muertos, madres e hijos menores de edad, pertenecientes a la comunidad mormona de nacionalidad mexicana-estadounidense.

Constataríamos otra vez la mano de Alfonso Durazo Montaño, secretario de Seguridad y Protección Ciudadana federal, para desvirtuar la masacre, al atribuir a una “confusión” de los cárteles de las drogas en pugna, lo ocurrido, y no como un acto premeditado.

Lamentable, que se manipule con otros datos la realidad.

Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.

Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.