Mientras el mundo se prepara para la próxima cumbre de la COP28, los devastadores incendios forestales en Canadá se han convertido en un desafío crítico que exigiría atención inmediata de todos. Según datos del servicio de monitoreo climático de la Unión Europea, Copernicus Atmosphere Monitoring Service (CAMS), estos enormes incendios en Canadá ya han emitido el doble de emisiones de humo que el récord anual anterior. La magnitud de estos incendios no tiene precedentes, incinerando un área más grande que Cuba o Corea del Sur.

Las consecuencias de estos incendios forestales se han sentido mucho más allá de las fronteras de Canadá. Enormes columnas de humo han asfixiado el aire tanto en Canadá como en Estados Unidos, afectando a más de 100 millones de personas y causando interrupciones en las operaciones de vuelo y eventos al aire libre. Los incendios no muestran signos de detenerse, y los expertos pronostican que continuarán avanzando a través de los bosques durante semanas o incluso meses.

De acuerdo al monitoreo que se ha realizado desde que inició la temporada en mayo, las emisiones totales ya han alcanzado alrededor de 290 megatones de carbono, superando significativamente las 138 megatones emitidas en 2014. La gravedad de estos incendios se atribuye a que Canadá se encuentra entre las regiones que se están calentando más rápido en el planeta, y el cambio climático está exacerbando la intensidad y frecuencia de los eventos climáticos extremos.

Y mientras esto ocurre en Canadá, en México la destrucción continúa, desde el ecocidio y destrucción causada por el Tren Maya hasta el desmonte sin permisos que están poniendo en riesgo el sistema lagunar de Bacalar en Quintana Roo, pasando por el homicidio impune de activistas ambientalistas que, en este sexenio se ha incrementado a niveles indecibles y que ha sido denunciado incluso por organizaciones internacionales de la talla de Ocean Futures Society, presidida por Jean-Michel Cousteau, hijo del famoso capitán Cousteau.

Desde Canadá hasta el cono sur, que vive el invierno bajo una ola de calor como pocas veces han vivido, los retos para la próxima cumbre COP28 no hacen más que incrementarse. El impacto en la salud pública de los eventos y desastres originados por el cambio climático se ven aumentados por acciones irresponsables como las tomadas por gobiernos como el mexicano que abiertamente han apostado por los combustibles fósiles y han hecho todo lo posible por tirar por la borda los avances en transición energética iniciados previamente.

A medida que se acerca la COP28, es fundamental que los gobiernos de todo el mundo reconozcan la gravedad de la situación y tomen una acción climática audaz. La tasa actual de calentamiento de Canadá es el doble del promedio mundial, y las proyecciones indican que el país podría estar 2 grados Celsius más cálido que el período de referencia 1986-2005 cuando los niños de hoy alcancen los veinte años. Para proteger a las poblaciones vulnerables y promover la salud de todos, es necesario un esfuerzo concertado para reducir las emisiones de combustibles fósiles.

Con la COP28 organizada por los Emiratos Árabes Unidos, que planea centrarse en la salud en la cumbre, es el momento adecuado para que los gobiernos prioricen el clima y la salud en sus políticas y compromisos. En diciembre, la COP28 debe convertirse en el catalizador de una acción climática transformadora, protegiendo la vida de las personas en todo el mundo y sacándonos de la era de los combustibles fósiles. El mundo debe unirse para alejarse de puntos críticos peligrosos y niveles catastróficos de calentamiento, asegurando un futuro sostenible para todos.