Ahora es cuando

El “milagro” de que por un día fueran desocupados los espacios ubicados en el templo de Santo Domingo de San Cristóbal de Las Casas debe de ser aprovechado para continuar los esfuerzos de que los cientos de artesanos que venden en ese lugar y en la plazuela de Caridad sean reubicados en un sitio digno y cómodo, no sólo para ellos sino para los compradores.

Desde hace años se vienen haciendo esfuerzos para tratar de llevarlos a otro sitio, pero ninguna iniciativa se ha concretado, tal vez por falta de dinero o de voluntad política.

Se ha hablado de que podría construirse un mercado de artesanías en los antiguos terrenos del desaparecido Instituto Nacional Indigenista INI), ubicado en el norte de la ciudad, invadidos por diferentes grupos desde hace varios años, por lo que se requeriría de una operación política fina para reubicarlos, sin generar conflictos.

También se ha mencionado un edificio conocido como internado Xicontencatl, situado sobre la calle Escuadrón 201, a un costado del templo de Caridad, por lo que los artesanos solo tendrían que cruzar la arteria para instalarse. En este caso, algunos particulares pretenden adjudicarse su propiedad, lo que dificulta su funcionamiento, aunque mediante el diálogo podría ser adquirido.

Otra posibilidad de la que se ha hablado es la de construir la obra con un amplio estacionamiento en los espacios que actualmente ocupan el Hospital de la Mujer, el parque de Fray Bartolomé y la Secundaria del Estado, a cuatro cuadras del parque central. En este caso habría que reubicar el hospital y el centro educativo.

Al parecer, sólo el primer caso ha sido analizado un poco más seriamente, aunque no se ha conocido públicamente de un proyecto asentado en el papel, lo que no significa que no haya sido elaborado.

Estas son por lo menos las tres opciones de las que se ha hablado para construir un mercado de artesanías que permita reubicar a los más de 700 artesanos que según cifras del ayuntamiento ocupan los espacios de Santo Domingo y Caridad.

Esas áreas fueron prácticamente invadidas poco a poco desde hace unos 30 años por pequeños grupos que fueron extendiendo su poder y presencia, al grado de que ahora es casi imposible sacarlos de ahí, porque, además, no se trata de retirarlos por la fuerza, ya que en lugar de solucionar el problema se complicaría más, pues cientos de familias viven de ese trabajo.

Lo que se debe de hacer es dialogar con ellos, construir un mercado de artesanías digno y reubicarlos para que esa zona quede libre y puedan apreciarse los templos de Santo Domingo y sus respectivos atrios, cubiertos ahora por los cientos de puestos armados con plásticos y lonas que impiden ver la belleza de estos edificios históricos. No hay que olvidar que la ciudad coleta vive preponderantemente del turismo que viene para apreciar la hermosura de la arquitectura, pero principalmente para los habitantes de San Cristóbal que tienen derecho a disfrutar de sus bienes.

Las 24 horas que los 180 artesanos de Santo Domingo retiraron sus puestos hace tres días, gracias a un acuerdo con las autoridades municipales, fueron aprovechadas por cientos de personas, sobre todo los coletos, que acudieron y con nostalgia evocaron los años en que de niños o jóvenes jugaban o corrían en esos espacios.

Muchos llegaron para tomar o tomarse fotografías para presumirlas, con la seguridad de que pasarán muchos años para que otra vez pueda quedar despejada el área de la que se han apropiado los artesanos.

La coyuntura sirvió para que un grupo de ciudadanos iniciara la recolección de firmas para solicitar al gobierno federal que se construya un mercado moderno y atractivo para la venta de artesanías, con el fin de “recuperar” el espacio de Santo Domingo y Caridad. Hasta ayer por la mañana se habían juntado más de tres mil rúbricas, según informaron los promotores.

Parece que es el momento oportuno para empujar en esa dirección, ya que cada vez crece más el clamor de la reubicación negociada y porque el titular de la Secretaría de Turismo federal, Miguel Torruco Marqués, es coleto y bien podría contribuir a conseguir recursos para solucionar el problema y darle otra cara a la ciudad.

Claro, una vez que se lograra liberar esos espacios, habría que tener mucho cuidado para evitar que por intereses políticos y por ganar votos para las elecciones sean ocupados nuevamente, pues para nadie es un secreto que los vendedores se fueron apoderando de esos sitios con el paso de los años con la complicidad de las autoridades municipales en turno.

Por otra parte, es casi seguro que en cuanto salieran los vendedores actuales, se asentarían otros grupos que argumentarían que tienen necesidad de vender sus productos para sobrevivir, porque así pasa, es un cuento de nunca acabar, ya que ante la falta de trabajo formal, una de las pocas opciones que tienen muchas familias es el trabajo informal, aunque en este caso están establecidos de manera regular. 

Hasta donde se sabe, las autoridades municipales tienen planeado un programa de recuperación de espacios públicos que incluye principalmente las áreas de Santo Domingo y Caridad, en tres fases, una de las cuales, la de largo plazo, contempla la construcción de un mercado de artesanías para reubicar a los vendedores.

Para que sea exitoso, este esfuerzo tiene que ser acompañado por los gobiernos federal y estatal, pues se requieren varios millones de pesos y una negociación con todos los grupos involucrados, con dirigentes y caciques que controlan muchos puestos y en ocasiones explotan a sus mismos compañeros.

Ojalá que aprovechando el impulso que la coyuntura ha dado surjan propuestas de la ciudadanía y del propio gobierno para que por fin se cumpla uno de los anhelos de los coletos y de los visitantes: Que Santo Domingo y Caridad queden libres de puestos de venta para que se pueda apreciar la arquitectura de estas obras de arte que alimentan el espíritu. Fin.