El Sermón de la Montaña

Pablo Salazar y la casa de Saddam

“Mas a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que es la muerte segunda”. (Apocalipsis).

Estoy seguro de que lo sabe por su “fe” cristiana, pero Pablo Salazar Mendiguchía debe repetir una y otra vez, mil veces, El Sermón de la Montaña, prédica de Jesús en Cafarnaúm.

Entiendo que la fecha, 31 de diciembre, es propicia para que desde el Facebook se de rienda suelta a frivolidades e hipocresías. Ese día, todos somos buenos y santos, aunque a la zaga exista una vida pecaminosa, llena de maldad y odio.

Salazar posteó por la mañana de ese 31 un mensaje de año nuevo en donde habla de esperanza, misericordia y del Padre Celestial. Cuánta perfidia e insolencia. Es un patán.

Como gobernador fue un psicópata. Él, que ahora se da golpes de pecho y arrepentimiento desde el Facebook, protagonizó una página luctuosa en la historia política y social de Chiapas, este Chiapas tan lastimado antiquísimamente, tierra ubérrima para el fratricidio.

Un tipo, Pablo, enfermo de poder. Las cárceles se llenaron de presos inocentes. Mi amigo, el destacado periodista Ángel Mario Ksheratto Flores, fue una de las miles de víctimas de la locura del troglodita.

Los 31 bebés del hospital K de Comitán que murieron por la omisión de ese gobierno seguramente no descansan en paz. Ni hay paz ni consuelo para sus papás. El voluminoso expediente pasó a la impunidad.

No prestó El Chamula (avión de gobierno) para trasladar a los neonatos enfermitos de Comitán a Ciudad de México, pero sí lo dio para traer de Guatemala a Tuxtla al futbolista Guillermo El Panda Ramírez, sólo por verlo jugar en su equipo Jaguares de Chiapas.

¿Qué quiere?

¿Qué quiere el tirano? ¿Por qué nos agravia de esa manera? Salazar ha desatado, a través de lacayos, una agresiva campaña para defender “la obra” de su gobierno. Emplea redes sociales, correos electrónicos y otros artilugios con el ánimo de quemarse incienso destacando bondades que sólo existen en una mente atrofiada

El efecto bumerán ha sido inmediato. Un sujeto de tan ínfima estatura moral no puede darse baños de pureza cuando consta que el suyo fue un gobierno en donde la persecución se institucionalizó, violentando las leyes y el respeto a los derechos humanos.

De 2000 a 2006 enmudecieron las voces disidentes y la rapiña no tuvo límites. Se cree que, al menos 11 mil millones de pesos destinados por el gobierno federal para la reconstrucción de Stan terminaron abultando chequeras personales.

El lunes 16 de mayo de 2011, diputados federales y locales de todos los partidos políticos difundieron una violenta carta en la prensa nacional solicitando la investigación del exgobernador Salazar por los recursos de Stan.

A aquella exigencia se sumaron otros antecedentes. Meses atrás, la Presidencia de la República había girado instrucciones a la Procuraduría General de la República para orientar las indagaciones hacia Salazar por el caso Stan.

El entonces jefe de la Oficina de la Red Federal de Servicio a la Ciudadanía dependiente del presidente Felipe Calderón, Juan Manuel Llera Blanco, mediante el oficio RSC6.1.9/13.01, solicitaba a la Procuraduría General de la República “verifique el estado actual que guardan las investigaciones de la averiguación previa PGR/CHIS/TAP/II/111/09”.

La historia

Si Hitler y Stalin en Europa; Indi Amín Dada en África, o Pol Pot en Camboya tienen un lugar privilegiado en el libro de los más desalmados gobernantes que ha parido la humanidad, Salazar se sumó a esa lista de individuos detestables porque usó el poder para la persecución política y la represión hacia sus adversarios.

Silenció las ideas a través de la cárcel. Avasalló a los otros poderes (Judicial y Legislativo) hasta convertirlos en dóciles mesalinas que le complacían antojos y excentricidades. Y si no hizo diputado a su caballo es porque no era aficionado a los equinos, pues su tiempo lo gastaba en la vileza.

Salazar demostró un desvarío diabólico que inhumó la humildad profesada en su campaña política. Biblia en mano buscó el voto porque ofrecía un cambio. Ya en el poder fue el Judas Iscariote de los chiapanecos, hasta caer rendido en la locura.

Ese talante es una manifestación corrompida en gobernantes estúpidos que sintieron un encanto al infligir dolor a los demás, a sus semejantes.

La Casa de Saddam

En el transcurso de la humanidad, ciertamente los pueblos han soportado con estoicismo a gobernantes absolutistas. Pero no hay uno de ellos, uno sólo, que haya escapado de la justicia o haya tenido un final feliz.

A Salazar le recomiendo un documental de HBO titulado House of Saddam (La Casa de Saddam). Es una serie trágica del ascenso y caída del poder de un lunático. Al final, cada uno obtiene lo que se merece. Ahí está su reflejo.