Se la rifaron…

El gran Pepe Cruz

“Los medicamentos alivian el dolor, pero sólo el amor puede aliviar el sufrimiento”: Patch Adams.

La voz de aquel hombre se escucha alegre. Se nota en su lenguaje corporal. Sus pequeños ojos café se iluminan en cada oración que va pronunciado con autonomía sintáctica. Improvisa. Lo que dice emana de su alma.

Rostros felices repletan el auditorio. Sobre la cabeza llevan tocados blancos y ese día la paz tiene rasgos femeninos como en la Grecia clásica.

Con su habitual bata blanca, que no usa para evitar la fatiga de la decisión según proponía Einstein, sino porque la bata blanca de un médico es pureza y esperanza, José Manuel Cruz Castellanos tiene sus serotoninas al máximo porque, sin duda, se trata de un ser humano excepcional. No se equivocó de profesión. Y la fecha es propicia.

El 12 de mayo se festeja el Día Internacional de la Enfermera para honrar a Florence Nightingale, madre precursora de la enfermería contemporánea. Antes era el 6 de enero.

Las y los enfermeros han evolucionado esta noble tarea cuyos orígenes se remontan a la antigua Roma. Hoy son líderes del quirófano, en cualquier pasillo de un hospital, en un consultorio o hasta en la comunidad más recóndita de Chiapas.

Todas y todos tienen una jerga lingüística particular que no está en los diccionarios científicos ni en el famoso Vademécum; tampoco es sardónica, sino que los distingue de las demás profesiones.

Es una magia que a nosotros nos hace sentir bien. Son ángeles terrenales que usan zapatos cómodos y han dejado en casa sus propias vicisitudes.

Yo, por ejemplo, acudo regularmente a un médico internista y un cardiólogo desde que empecé a sufrir los achaques propios de la edad que, por lo regular, vienen después de los 50. Ya estoy en el quinto piso.

“Don Húbert, deme su brazito, le voy a checar su presión”, me dice una enfermera. “Va a sentir un leve piquetito”, me advierte cuando me va a sacar muestra de glucosa. “Ya, ya, ya pasó”, me consuela después frotándome cariñosamente el dedo índice. Y, de verdad, ni me dolió…

La salud, hoy

Para transformar la extensa red de salud ha sido fundamental el esfuerzo y trabajo de los profesionales de enfermería, quienes son pilar transversal para la mejora continua.

Ellas y ellos se encuentran en más de mil unidades médicas, desde localidades alejadas hasta grandes ciudades. Lo mismo en Tuxtla que en un pueblito de Ocosingo, ahí en donde llegar a San Miguel nos lleva al menos ocho horas caminando entre niebla de montaña y admirando paisajes renacentistas.

En su momento pudieron -y supieron- desafiar la polarización social a causa de corrupciones y autoritarismos de gobiernos pasados.

Hoy son 7 mil 502 enfermeras y enfermeros que coadyuvan en la prevención, detección y tratamiento de diversos padecimientos brindando cuidado en las unidades médicas fijas y móviles.

Están en centros de salud, casas de salud, centros de salud con hospitalización y con servicios ampliados, hospitales generales y básicos comunitarios, Hospital Psiquiátrico “San Agustín”, unidades de especialidades médicas, en los convoyes de la salud.

Pepe Cruz

Pepe Cruz nació en la comunidad Cardona, municipio de Juárez, Chiapas, ahí donde hay un híbrido de árboles nativos (el guayacán, uno de ellos), la gastronomía con su exquisito cosido de res y sus iglesias talladas en piedras coloniales.

Médico cirujano con doctorado en ciencias aplicadas a la epidemiologia, en La Habana, Cuba, inspirado en Hipócrates, Pepe Cruz me explica que, en todo el sector salud, existen 12 mil 457 profesionales en enfermería. La Secretaría de Salud estatal a su cargo cuenta con más del 60 por ciento de ese total.

Este sector es pieza fundamental en modelos de atención científica, como son las Clínicas de Heridas para reducir las infecciones y la estancia hospitalaria mediante tratamientos ambulatorios de alta tecnología y especializados en el cuidado integral de heridas agudas y crónicas.

No usan capa como la mujer maravilla o el hombre murciélago (Batman), pero con amor y valentía, aunado a sus labores diarias, el gremio de enfermería se la rifó durante el covid-19, incluso llevando brigadas domiciliarias para valorar y tratar a pacientes sospechosos y la vacunación anticovid casa a casa. Me consta.

Entonces, ¿cómo no ha de estar conmovido Pepe Cruz enfundado en su bata blanca que transmite vida? El arduo trabajo y compromiso de los profesionales de enfermería ha robustecido el sistema de salud. Hay calidad y humanitarismo.

Aquí, en otros gobiernos los niños se morían de una simple diarrea o por negligencia médica, tal es el caso de los más de treinta neonatos que fallecieron en el hospital K de Comitán en el gobierno del loco Salazar.

Si Salazar hubiera prestado el avión de gobierno para trasladar a los bebés a Ciudad de México, otra sería la historia…