Esta semana el Inegi publicó los resultados de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022. Este instrumento nos permite tener una radiografía muy detallada sobre las condiciones socioeconómicas de las personas y los hogares en México.

Considero que los resultados que se obtienen a partir de esta importante herramienta deben interpretarse viendo la película completa, en vez de resaltar solo los puntos positivos o negativos aislados.

En términos de ingreso, la ENIGH 2022 muestra que, en promedio, los hogares ya tienen un ingreso 4.6 % mayor al de 2018, a pesar de la caída de 2020 atribuible a la pandemia. Cuando observamos en qué hogares ocurrieron las recuperaciones más fuertes, resulta que el 10 % de los hogares con menores ingresos (el decil más bajo) vieron incrementados sus ingresos en 19.9 % entre 2018 y 2022, mientras que el 10 % con mayores ingresos (el decil más alto) prácticamente se mantuvo sin cambios.

La recuperación en el ingreso es más drástica en el sector rural, donde el ingreso creció 17.2 % desde 2018. Estos cambios se han traducido en una reducción del coeficiente de Gini- una medida de desigualdad- de 2.4 puntos respecto a 2018.

En términos de las fuentes de ingreso, cierta atención se ha centrado alrededor de las transferencias del gobierno, parte esencial del discurso de la 4T.

El monto promedio de esa fuente en los hogares del primer decil creció en 23 % desde 2018, pero para los deciles siguientes, creció mucho más (casi 400 % para el decil más alto). Por otro lado, poca atención ha recibido el ingreso por trabajo, que presenta un incremento de 28 % respecto a 2018 para el decil más bajo.

Cabe destacar que para este decil más bajo, el ingreso por trabajo representa el 42 % de todos sus ingresos, mientras que las transferencias gubernamentales solo el 15 %.

En lo referente al gasto, los hogares mexicanos gastan 9.2 % más en alimentos, bebidas y tabaco que en 2018. Este tipo de gasto sigue siendo el más importante para los hogares, representando 37.7 % de todos los gastos. Por su parte, el gasto en salud subió 30.9% desde 2018, mientras que se redujeron el gasto en educación y esparcimiento en 17.3 % y en vestido y calzado en 13.2 %.

Todos estos cambios se reflejarán en las mediciones oficiales de pobreza que el Coneval dará a conocer en las próximas semanas. Sin embargo, considerando la metodología multidimensional, hice una estimación preliminar resultando en una reducción de la pobreza de 5.7 puntos porcentuales respecto a 2018 y de 7.7 puntos respecto a 2020.

Por su parte, la pobreza extrema también se reduciría en 1.5 puntos desde 2020, pero quedaría prácticamente en el mismo nivel de 2018. También es posible determinar que habría un retroceso en la dimensión de acceso a la salud, ya que 39.1% de las personas no tiene acceso a dichos servicios, un aumento de más del doble respecto a 2018.

La radiografía que nos ofrece la ENIGH 2022 es una que muestra una recuperación post pandemia, con mejoras en el ingreso en los hogares de menos recursos, impulsadas por fuertes mejoras en el ingreso por trabajo, pero con unos beneficios de gobierno que han crecido desproporcionadamente en los deciles más altos, además de un deterioro en el acceso a la salud, lo que dificulta el combate a la pobreza extrema.

Durante este sexenio ha habido una reconfiguración no solo en la política social, sino alrededor de la legislación laboral y el salario mínimo. Los resultados de la ENIGH 2022 sugieren que dicha reconfiguración está afectando los niveles y la distribución del ingreso.

Pero también sugieren que hay hogares que han quedado al margen en la implementación de la universalización de los programas. No basta con analizar, es imperativo atender las causas a nivel administrativo, operacional y político que explican que haya un sector de la población al que el despliegue de recursos gubernamentales no llega en las proporciones necesarias.

Lo que no sugiere esta radiografía es que sea indispensable una vuelta al pasado para tener una mejor política social. Con decenas de programas focalizados, muchos de ellos bien evaluados, pocos cambios ocurrieron en términos de ingresos y pobreza en las décadas recientes. No es que todas las políticas fueran fallidas, sino que su marco de acción era reducido. Muchos esfuerzos atomizados a lo largo del tiempo simplemente acabaron diluyéndose. La disyuntiva actual no es si focalizar o no, sino como hacer efectiva la universalización puesta en marcha.