*Al cierre del 23

*El gran ausente

Termina 2023 pero el drama COMIENZA. Se escucha el dolor de la muerte y el canto de la esperanza por las vacunas que nunca llegaron cuando se les necesitó —¿se acuerdan de la promesa sobre la pomposa “Patria” tantas veces anunciada?— posiblemente lograron cambiar la perspectiva pero no así la visión fatídica de un mal gobierno, el peor que podríamos haber tenido para enfrentar las dos pandemias: el coronavirus que se revuelve sobre sus cenizas y el virus de la corona, el del poder soberbio que acalla las voces críticas y pretende ejercer la democracia de la perpetuidad que solo es una derivación de la dictadura. Pero esta noche, la última del año terrible, tratemos de NO olvidar.

Nos llenamos siempre de propósitos festivos —dejar de fumar, no ser infiel, someterse a alguna operación y, sobre todo, bajar de peso—, mientras los mexicanos tenemos mucho que pensar de cara al 2024. Los voceros oficiales nos dicen, rebosantes de optimismo, que el peso ha mejorado un poquito —hablamos de centavos—, frente al dólar en la era de Joe Biden. Pero, contra ello, los indicadores económicos siguen situándonos en un bajo crecimiento casi nulo.

Además varias son las grandes tragedias que han llenado de oscuridad los años de gobierno de López Obrador:

1.- En 2018 el dudoso “accidente” de los Moreno Valle cuando apenas habían dejado atrás el helipuerto de la Angelópolis con un clima enrarecido por las disputas políticas que no importaron a Morena a la hora de postular al mismo candidato, Miguel Barbosa, cuyas dolencias personales son imagen y semejanza de la sacrificada Puebla, casi paralizada y terriblemente crispada porque la mayoría no cree en las versiones oficiales y cada vez extiende más sus sospechas hacia una cúpula del poder en donde reina la negligencia y la hipocresía criminal. La parca acabó llevándoselo también.

2.- La marca dolorosa de Tlahuelilpan, en Hidalgo, el 18 de enero de 2019, cuando 137 personas fallecieron a causa de la explosión de un gasoducto desde donde se robaba el combustible en plena redada contra el huachicol –que no se ha reducido sino aumentado dado que la producción de Pemex se redujo en 50 mil barriles de crudo, más de lo que se registraba en meses anteriores—, y la inútil demagogia de la llamada 4T. Este hecho, con mucho, puede ser considerado equivalente —aunque con un número mayor de víctimas— a las de los niños quemados en la guardería de Hermosillo el 5 de julio de 2009 con 49 niños quemados y muertos y otros 106 heridos y a la tragedia de Pasta de Conchos, Coahuila, el 19 de febrero de 2006, con 65 mineros muertos por una dura explosión que los pulverizó por lo cual la búsqueda de sus restos es de una supina demagogia. Y, por supuesto, también de mayores alcances a las matanzas de Tlatlaya y Tanhuato, además de los desaparecidos de Ayotzinapa, bajo las administraciones ruines del PAN y el PRI, respectivamente.

Y agregamos la caída de la Línea 12 del Metro en la CDMX, con 24 muertos, y la rozagante impunidad, además, por supuesto, de la tragedia de los migrantes que en Chiapas encontraron la muerte hacinados en un vehículo que circulaba, dicen, a alta velocidad: ¿se habrán preguntando por qué?

3.- El recrudecimiento de la violencia hasta el punto de ser 2023, peor que cualquiera de los años precedentes, el más mortífero desde los años terribles de la posrevolución. Un promedio de un centenar de muertes cada día causadas por la violencia, y no sólo los feminicidios que encienden a las mujeres cuyos resentimientos contra los varones crecen, bajo la crueldad de la impunidad sorda, fuera de toda proporción controlable. La miseria humana en su perfil más bajo.

4.- La economía desecha por los brutales altibajos de la incertidumbre y la incapacidad bajo niveles increíbles: se habla del 1.4 de crecimiento para 2024. Una catástrofe que no puede derivar de la maldita pandemia porque ya antes de ésta vivíamos asfixiados.

5.- La continuidad, mejor dicho la exaltación de la corrupción —una bandera hecha trizas en manos del mandatario en funciones—, a través del nepotismo, el amiguismo y los compromisos malsanos que alcanzan a cada miembro del gabinete incluso lo que salieron de éste para hacer campañas. La vileza ha sobrepasado los límites najo el método de la infeliz manipulación. Pío, pío, pío. Martín tirilín tirilín. Y los hijitos traficantes de influencias y cúspides de los vagos.

Las cuentas no son buenas. Y los anuncios de una mejor infraestructura, sobre todo en el terreno de las comunicaciones, se hunden todavía en el pantano de la corrupción como en Dos Bocas. Los nombres de los responsables los tenemos en la cabeza: Romo Garza, Durazo Montaño, Moctezuma Barragán, Zoé Robledo, Irma Eréndira Sandoval, Bartlett sobre todo, Rocío Nahle y, desde luego, Claudia Sheinbaum de Tarribba; además de los otros aliados, es decir, de los grandes millonarios Slim, Larrea, Salinas Pliego, los herederos de Hank y Bailléres que conforman el más alto muro de la desigualdad social.

La anécdota

En varias reuniones de amigos, por Zoom algunas veces, con motivo del cierre de este agonizante 2023 —un año para recordar sobre todo para no desestimar los millones de palabras emitidas por el titular del Ejecutivo que retumban y rebotan en nuestras cabezas—, me preguntan siempre:

--¿Y el futuro? ¿Quién lo conducirá si no han crecido los líderes capaces de conducirlo?

Solo puedo responderles que en este año en finiquito todo parece perderse por la ausencia de dirigentes capaces y de una oposición certera. Sin contrapesos, el paso dado más se aprecia hacia la dictadura que en pos de una democracia sólida. Salvo que la valerosa Xóchitl encamine las cosas y se ponga la banda tricolor el primero de octubre.

Dicho lo anterior con #cerocobardía.

loretdemola.rafael@yahho.com