Ruta equivocada para la paz

El tema será, ahora, la pacificación del país. Pero el presidente, Andrés Manuel López Obrador, está embelesado solo en lo que pasa por su cabeza y niega sistemáticamente la realidad del país.

Repite una y mil veces que para pacificar al país no hay que combatir los carteles del narcotráfico dado que “violencia provoca más violencia”, pero esa frase no encaja en ese caso, porque empujar al Estado para enfrentar al crimen organizado es solamente cumplir con su responsabilidad institucional de brindar seguridad a más de 127 millones de personas que habitan esta nación. No es violencia. Por tanto, ese argumento no es válido.

Dice que para disminuir la delincuencia organizada el gobierno federal está repartiendo varios miles de millones de pesos de manera directa a quienes ni estudian ni trabajan y en la realidad uno se encuentra en que esos más de 110 mil millones de pesos repartidos a jóvenes de entre 18 y 29 años de edad están sirviendo para todo lo que uno se imagine, menos para desmotivar a quienes ya de por sí están trabajando con los grupos de narcotraficantes.

Su plan original era entregar entre 2 mil 400 y 3 mil 600 pesos a cada uno de los 600 mil jóvenes que ni estudian ni trabajan, a través del programa “Jóvenes Construyendo el Futuro”.

Cuando se haga una evaluación de los resultados de ese programa se van a encontrar con que la delincuencia organizada va a estar igual o peor que antes. Otra política fallida.

Pronto se darán cuenta que esos programas y esos planes presidenciales no van a resolver ni la delincuencia organizada ni tampoco le va a resolver la vida de esos 600 mil muchachos porque todo el dinero que reciben se lo acaban cada mes en quién sabe cuántas cosas, terminarán viviendo al día y el gobierno lopezobradorista lo único que está haciendo es desincentivar la productividad de esos muchachos quienes estarán muy cómodos recibiendo ese dinero, por tanto, ¿para qué van a esforzarse por encontrar un trabajo productivo, si mensualmente les llega un regalo del Estado mexicano?

 A diario divide el país

¿Cómo quiere el presidente pacificar el país si él mismo a diario enfatiza el divisionismo con sus discursos provocadores y ofensivos contra quienes no piensan como él?

Sus pleitos principales y más frontales han sido, desde el inicio de su mandato, con los llamados “fifís”. Él puso esa etiqueta a los ricos y por el otro lado dejó a los pobres y desprotegidos. A diario enfrenta a unos con otros.

Después se peleó con los periodistas cuya rispidez mayor fue cuando los periódicos publicaron el fallido operativo en Culiacán contra la detención y posterior liberación de Ovidio Guzmán, el hijo del Chapo Guzmán. López Obrador y su equipo de seguridad cometieron errores garrafales en el referido operativo y, en los enredos posteriores, culpó a los medios de haber tergiversado la información relativa al caso, cuando los medios sólo publicaron información veraz que exhibió al secretario de Seguridad Pública Alfonso Durazo como un inútil.

Después, el presidente se peleó con los altos jerarcas del Ejército Mexicano sólo porque un general se atrevió a criticar los errores que está cometiendo la Cuarta Transformación encabezada por el propio López Obrador.

Más recientemente mandó a la fregada a las organizaciones campesinas que están pidiendo más recursos económicos para el campo. El mandatario nacional volvió al trillado y errado discurso de que todos son corruptos. Abrió un nuevo frente de confrontación.

Y, apenas hace unas horas, López Obrador encaminó otra pelea, ahora contra el intelectual y luchador social Javier Sicilia, también porque este conocido mexicano le criticó su ridículo argumento de “abrazos, no balazos”.

Sicilia anunció una marcha para fechas próximas para exigirle al Presidente Andrés Manuel López Obrador que deje de polarizar al país y cumpla con su tarea de pacificar México porque su estrategia de “abrazos” es igual a la de balazos y ha dejado, en menos de un año de su administración, más de treinta mil muertos.

El también poeta reclama, en una carta, a López Obrador la inseguridad en el país y su política de dividir al pueblo mexicano confrontándolo todo el tiempo.

Lejos de matizar su discurso o de tratar de conciliar con los reclamos de Sicilia, López Obrador le respondió que no cambiará su estrategia, que él no va a recibir al líder social mencionado y que su inconformidad será atendida por personal de la Secretaría de Gobernación, como la propia titular de esa dependencia Olga Sánchez Cordero o Alejandro Encinas, quien es subsecretario de esa dependencia. Que él no podrá atenderlo personalmente porque sus ocupaciones no se lo permiten.

La realidad está frente a todos: López Obrador no quiere recibir a Sicilia porque éste se atrevió a criticar sus fallidas políticas de seguridad en el país. Nada de que no tiene tiempo. Claro que el presidente sí tiene tiempo –y debe de tener tiempo- porque es su obligación atender a todo aquel que desee plantearle algún tema de su incumbencia y de importancia para México.

El presidente debería hacer un espacio para la reflexión. Él tiene una magnífica oportunidad para trascender en su encargo. Ganó las elecciones generales con un arrasador resultado a su favor.

Toda la gente votó por él porque había la esperanza de que él transformara al país en positivo y para eso hay que comportarse como un auténtico Jefe de Estado.

Sin embargo, todos los días ha de confrontarse con algún sector más de la nación o repite un enfrentamiento con quien ya se ha peleado antes.

El presidente debería tener cuidado porque cada vez se ve más marcada su postura autoritaria y se le observa, cada vez con más claridad, que a flor de piel trae resentimientos personales que son desahogados con sus diarias expresiones de confrontación.

alexmoguels@hotmail.com