¡Pobre señor don Astasio! Tiene la desgracia de ser cornudo crónico. Ayer llegó a su casa después de su jornada de trabajo como tenedor de libros en la Compañía Jabonera “La Espumosa”, S.A. de C.V. Colgó en la percha su saco, su sombrero y la bufanda que usa incluso en los días de calor canicular y luego encaminó sus pasos a la alcoba a fin de reposar un momento su fatiga antes de la cena. Lo que vio ahí le quitó el apetito. He aquí que doña Facilisa, su mujer, estaba refocilándose en el lecho conyugal con un sujeto. Fue don Astasio al chifonier donde guarda la libreta en que suele anotar palabras denostosas para banir a su esposa en tales ocasiones; volvió a donde la pecatriz yogaba con su querindongo y le espetó los últimos vocablos que había registrado: “¡Trestiga! ¡Quillotra! ¡Baldonada! ¡Marranchona!”. Sin perder el compás del ejercicio que en ese momento practicaba replicó doña Facilisa en tono de impaciencia: “¡Ay, Astasio! ¡Ya te tengo dicho que cuando esté ocupada no me vengas con tus palabrerías!”. Pepito comentó: “Mi papá quiere que yo tenga todo lo que él no pudo tener. Por ejemplo buenas calificaciones”. Ya conocemos a Afrodisio Pitongo: es hombre dado a la concupiscencia de la carne. Les contó a sus amigos en el bar: “Anoche asistí a una orgía. Bebí tanto que no me acuerdo de nada de lo que sucedió. Recuerdo, eso sí, que salí muy contento del lugar, pero no sé si porque participé o porque me participaron”. Días después de la operación el paciente del doctor Ken Hosanna se quejó: “Continuamente siento que se me corta la respiración”. “¡Ah! -exclamó feliz el facultativo-. ¡Ahora sé donde dejé el bisturí!”... Bien hizo el gobierno mexicano al dar asilo político a Evo Morales. Hará muy mal, en cambio, si en cualquier modo favorece su desatinada intención, anunciada ya por él, de regresar a Bolivia. No fue un golpe de Estado lo que defenestró a Morales. Fue la presión popular lo que lo obligó a dimitir. La sugerencia del alto mando del Ejército en el sentido de que renunciara a la Presidencia fue también originada por las movilizaciones que exigían su salida. Tampoco la defenestración del mandatario boliviano tuvo causas económicas. Lo que provocó la indignación de la gente y su salida a las calles fue la obstinación del ahora ex Presidente en perpetuarse en el poder con violación flagrante de la Constitución y empleando maniobras electorales fraudulentas. Esto que sucedió en Bolivia debe servir de útil advertencia a cualquiera mandatario que pretenda alargar su permanencia en el poder. Si al problema político que alguna de esas intentonas suele traer consigo se añade el que origina un mal manejo de la economía, las consecuencias acaban por ser peores que las que se han visto en el caso de Bolivia. Sirva la presencia aquí de Evo Morales al mismo tiempo como lección y como recordatorio. El viajero sufrió una descompostura en su automóvil, y fue acogido por un granjero en su casa. Se disponía ya a dormir cuando en la penumbra de la habitación vio entrar a la bella hija de su huésped. Intentó atraerla al lecho, pero la muchacha le advirtió: “Déjeme en paz o llamo a mi papá”. Poco después la hermosa joven volvió a entrar, y otra vez quiso abrazarla el visitante. Repitió ella: “Déjeme en paz o llamo a mi papá”. Transcurrió un rato, y de nueva cuenta la muchacha entró. Sólo que en esta ocasión accedió sin protestas a recibir las caricias del viajero. Tanto le gustaron que pidió una segunda dosis. Y luego una tercera. Cuando hacía maniobras insistentes para que el hombre le administrara una cuarta dosis le dijo éste con voz desfallecida: “Déjame en paz o llamo a tu papá”. FIN.

Mirador

Por Armando FUENTES AGUIRRE.

Me habría gustado conocer a don Antero de la Cruz González.

Fue el hombre más rico de la comarca. Poseía tierras que no alcanzaba a medir y ganados que no alcanzaba a contar. Era dueño de minas. Tenía acciones mayoritarias en un ferrocarril y un banco.

Nadie supo de dónde había llegado. Unos decían que era español; otros pensaban que provenía de Cuba o de América del Sur. Soltero, sin familia alguna, el día que cumplió 60 años se deshizo de todos sus bienes. Comentaba:

-Y al hacerlo me deshice de todos mis males.

Fue a vivir en una cabaña que había hecho construir en la montaña de Ábrego. Ahí se dedicó a leer -”O sea a viajar”, decía- y a cuidar un pequeño huerto en el que cultivaba flores y hortalizas. Dicen los que eso vieron que mientras trabajaba las aves se le posaban en los hombros y los animales del bosque venían a acompañarlo.

Un día un leñador lo encontró muerto al pie de un árbol. Tenía un libro en la mano y una sonrisa en el rostro. Las criaturas montaraces estaban a su alrededor como para cuidarle el sueño.

Me habría gustado conocer a don Antero de la Cruz González. Cuando fue rico fue pobre, y cuando fue pobre fue rico.

¡Hasta mañana!...

Manganitas

Por AFA.

“. Trump le hace a China una guerra comercial.”.

Su actitud parece errada,

y es mejor que la defina.

A los que atacan a China

se los lleva la chinada.