El Discurso Fétido

Kamala y sus Socios

Para los medianamente informados ya no son un secreto las diatribas discursivas de Andrés, algunas copiadas al carbón, de las arengas de quienes se perpetuaron en el pode más allá de todo sentido democrático: “yo ya no me pertenezco”, gritó Hugo Chávez en el festín de su llegada al poder en febrero de 1999 –y se mantuvo hasta su muerte en 2013-, y lo mismo, palabra por palabra, expresó el mandante-mandatario de México en su apoteósica ascensión al poder arrastrado por una oleada frenética de simpatizantes.

Quienes aplaudían, en una y otra ocasión, estimaban que el “ahora sí” había llegado bajo la fuerza popular irreversible y con el apoyo de una mayoría tangible de votantes; en el caso de López Obrador los treinta millones de votos, tan cacareados, apenas significaron la tercera parte de quienes estaban empadronados en 2018 lo cual no resta punto alguno a un triunfo legítimo aun cuando se haya filtrado la ardua labor de los hackers rusos que lo mismo auxiliaron a Trump en noviembre en 2005 que a AMLO en julio del año de su encumbramiento. Hay señales pero ninguna indagatoria al respecto, cabe aclarar.

Andrés ha sido el factor esencial en esta breve jornada comicial –los soñadores de diputaciones y alcaldías apenas tuvieron un mes para hacerse proselitismo, barato por lo vulgar en casi todos los casos-. Lo saben todos tanto que alguna aspirante por allí –no señalo nombre ni partido para no violentar lo acordado para estos días de abstinencia política y destinados a meditar el voto, lo cual pocos hacen lo mismo que en Semana Santa cuando se pierde el sentido esencial de la fe por el dominio de la frivolidad-, decidió promocionarse con la sombra de “ya sabes quién” –así rezaban los anuncios monumentales-, detrás de su figura para señalar que era ella la única capaz de acercarse al mesías para futuras gestiones. Una manipulación cercana al ridículo.

En fin, el tiempo terminó y el domingo iremos a las urnas con una convicción basada en una regla que hasta hoy no ha tenido excepción: cuando hay gran afluencia a las urnas suele ser derrotado el partido en el poder y viceversa, esto es un abstencionismo mayor permite conservar a los de la cúpula canonjías aun cuando los sufragios no lleguen ni a la cuarta parte de los empadronados.

Contra la costumbre, eso sí, tengo la certeza que estas elecciones “intermedias” –las de la mitad de cada sexenio-, serán las de mayor concurrencia a las urnas, acaso tanto como las presidenciales de hace tres años cuando la euforia inundó a la izquierda, tanto que la hizo naufragar en breve lapso. Por ello ahora las posiciones se han radicalizado y se suman las corrientes en pro y en contra del estado de cosas, otra vez entre la continuidad y el cambio... siempre señalado y jamás realizado.

Solo resta esperar que salgan a votar, sin miedo ni cortapisas, pensando en las nuevas generaciones que merecen vivir en un país mejor. Con #cerocobardía.

La Anécdota

En algo se parece Biden, el presidente de USA que parece estar agotado a cuatro meses de haber tomado posesión de su alto encargo, y AMLO que transita hacia el punto de no retorno: no les gusta viajar fuera de sus fronteras. Antes era costumbre que los mandatarios de México y USA se reunieran apenas uno y otro tomaban las riendas para certificar vecindades e intereses mutuos –siempre salimos perdiendo algo en estas convivencias-.

En el presente, Kamala Harris, la vicepresidenta de Estados Unidos, cubre las espaldas de Biden y el Canciller mexicano Marcelo Ebrard Casaubón las de Andrés pese al desastre social y político que representó el trágico accidente en la célebre, por terrible, “línea dorada”, la más nueva del Metro de Ciudad de México, cuyo colapso no fue solo consecuencia de un accidente sino de la peor rapacidad imaginable.

¿Será que ambos puedan ocupar los sitios de sus actuales jefes en un período muy cercano? Es muy posible... si los estadounidenses y mexicanos vuelven a equivocarse y refrendan el continuismo atemorizados por los fantasmas del pasado.

loretdemola.rafael@yahoo.com